De entre todas las imágenes, se seleccionó la que pasaría a la historia, no sin antes retocarla, ya que se percataron de que uno de los militares aparece con varios relojes en la muñeca, fruto probablemente del pillaje, por lo que se eliminaron. Además, para darle más épica a la escena, se incluyeron al fondo de la imagen, unas columnas de humo, inexistentes en la fotografía inicial. En la instantánea se puede ver al oficial soviético Abduljakim Ismaílov, sujetando al soldado Aleksei Kovoliov para que no perdiese el equilibrio mientras sujetaba la bandera.
        Mientras fotógrafo y «actores» subían por el edificio en ruinas en una mañana lluviosa que dejó charcos de agua y sangre, no sabían que estaban haciendo historia. La imagen recorrió rápidamente todo el globo y se incluyó en la portada del segundo tomo de la enciclopedia soviética de fotografía. Sin embargo, estos personajes no se convertirían en protagonistas de la historia, hasta años más tarde.
       El verdadero héroe de la escena recreada en la foto, Mikhail Minin, tendría que esperar cinco décadas para recibir el verdadero reconocimiento a su valor, ya que no fue hasta la conmemoración del 50 aniversario del fin de la guerra, ya desaparecida la Unión Soviética, cuando el presidente ruso Boris Yeltsin le homenajeará oficialmente.

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