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jueves, 26 de diciembre de 2013

...... Y aun así....



     Seré yo el raro... no sé, tal vez, pero a mi el anuncio de navidad de la lotería no me parece ni gracioso, ni cutre, ni patético. Tampoco es que me haga especial ilusión, pero me parece un anuncio que tiene ese rasgo entrañable, humano y folklórico que se busca en estas fechas. 

     Después de tantos años de pasar noches buenas, viejas, reyes, años nuevos, viejos y navidades en general; uno se va desanimando, aburriendo y desilusionándose. Tal vez sea que cada vez empiezan antes, o será, que cada vez se capitalizan más perdiendo su esencia primitiva... no sé, el caso es que mi Fe en ella se desvanece como el halo de la estrella del portal. 
     Puede ser que Papa Noel se haya inmiscuido en el campo de la Realeza Oriental, o que me haya pasado las últimas 16 navidades metido en un Centro comercial, bombardeado por villancicos, bolas gigantes, decenas de papanoeles ficticios, pajes, Reyes de cartón, montañas ingentes de turrón, atrezzos horteras que evocan un espíritu que desapareció justo cuando ellos llegaron, y... sobre todo estar rodeado de lo más despreciable de la Navidad: La gente.
       Ésa que intenta acoger al fantasma de Sgrooge y convencerle de que ellos sí saben lo que es disfrutarla. Por eso acuden en masa el mismo día y a la misma hora a esa puerta que, aun sin tenerla celos, se rifan por ser los primeros en traspasarla. Confunden el cenar en familia para celebrar el nacimiento de Jesús, con celebrar la gula más vanidosa posible a costa de su familia. Para ello llenan carros y carros de: Envidias, orgullo, prejuicios, petulancia, derroche, desmesura. Comen y cenan, ahora sí, por encima de sus posibilidades. Yo diría que tal vez también sueñan por encima de ellas. Anhelan con desasosiego, con desesperación, con angustia en algunos casos... con esfuerzo inútil en otros. Se enclaustran en un círculo que nada tiene que ver con un niño en un pesebre. Si bien es cierto que sí se aproxima a lo que ese niño sería después, es decir, vivir como Dios. 

     Es un poco por esto que me chirría la Navidad. Por esto y por hacer al pie de la letra lo que dicta la norma general, el dogma popular, el mismo que acepta que la Fiesta Nacional siga siendo eso, una fiesta. Tal vez sea que todo lo relacionado con la fiesta tenga tintes oscuros, grises, rancios, arcaicos y por qué no... totalitarios. 
     En cualquier caso la Navidad tiene un....no sé qué, que la hace desmarcarse de todos esos estereotipos y ser ella misma,  diferenciándose del resto. A lo mejor es que sí es verdad que ese día nació Jesús, o es verdad que Santa Claus elabora él mismo los juguetes que reparte al día siguiente, o que los reyes no sean los padres.... !no¡, en mi caso seguro que no. O a lo mejor es que Dickens fue un genio y no plasmó una novela, sino que retrató una realidad solo al alcance de unos pocos soñadores, un grupo de ingenuos locos, un puñado de ilusos atrapados en este mundo de realidades de mierda.

    ...Tal vez sea eso o que hoy está nevando. Y cuando me asomo por la ventana para contemplar los copos y esperar que formen una capa digna, solo en ese momento....  creo en la Navidad. 
     Pero detrás está el Hipercor, y me revuelve el estómago. La nieve sigue cayendo, sigue cubriendo los árboles y parte de su imagen. Pero las luces de neón se abren paso a través de ellas y siguen proyectando ese odio. Y la Navidad, que es mucho más fuerte, se resiste y sigue trayendo más y más nieve hasta casi ocultar al completo ese diabólico cartel.
   
     Es solo un instante. Durará solo unas horas, lo sé. 
Después volverá a reaparecer él, y me inundará de fobia nuevamente, y comenzará el rencor a crecer, y el desprecio y la rabia serán de nuevo mis compañeros de viaje......
   
     y aun así.... todavía creeré en la Navidad.




  


domingo, 15 de diciembre de 2013

Echachuchis por Europa


     La Chuchis, como si de Téo en una de sus aventuras se tratase, decidió recorrer a su manera parte de Europa. Lo hizo a pata, claro, no lo iba a hacer a pierna jeje. Estas son sus fotos del viaje.












    
     Londres, París, Bruselas, Grecia, Madrid.... y todo sin pasar de Torrejón, así es nuestra Chuchis.

lunes, 9 de diciembre de 2013

100



     Despedir el año, o casi. Decir adiós al cruel 2013. Romper la última hoja del calendario, desglosar los días de diciembre. Saltar del negro al negro, ignorando al rojo, si lo hubiera. Anhelar un venidero próximo año que dé carpetazo a la estafa de la crisis, al mayor timo de nuestro tiempo. Deseando que los macro-gráficos superen la altura esperada. 

     Por eso en esta entrada, la 100, quiero hacer un collage de todas las mierdas que he plasmado en este blog. Un decálogo de propósitos formulados durante las anteriores 99 entradas. 



     Allí hubo de todo: críticas, halagos, recuerdos, poesía, sentimiento, literatura, deporte, política, amistad, mensaje, ocio, viajes, mascotas y... foto, mucha foto.

     Si tuviera que quedarme con algo, sería con la ansiedad que escribía al principio, el odio en los textos; la diversidad de temas que, entendía, eran totalmente criticables. Comportamiento social que no sabía muy bien por qué se manifestaba de esa manera. Como dije en la cabecera del blog: hordas de borregos apiñados en la misma vía pecuaria, con la visión puesta en el mismo sitio, en el mismo objetivo, ese que se disuelve con el simple hecho de pulsar el off del TV. 
     El giro que intenté dar al blog: libros, fotos, relatos de contenido emocional que hizo al corazón latir con ganas, con empuje, que abandonase esa desgana con la que en ocasiones golpea. 

     Pero lo que más me llena son... mis fotos. Mis pequeños recuerdos. Esos que creo mediante byts digitales y edito de manera laboriosa para darle un nuevo sentido, otra textura que me haga forzar mi memoria para redescubrir la original. Los ratos que pasé cámara en mano intentando llevar a cabo esos conocimientos aprendidos on-line. 

     Me quedo con eso y mucho más: Con la dignidad con que afrontamos los malos momentos, con la humildad que tuvimos en los buenos. Por saber, a tiempo, dar un espacio suficiente entre los brazos y acoger de nuevo a los seres queridos, por hacer un hueco en el corazón a gente olvidada, por estirar los días y dar cabida a caras nuevas, por saber olvidar, por saber perdonar, por aparcar en doble fila el rencor. 
     Por no olvidar de dónde venimos. 
     Por seguir estando ahí. 

     Y, por supuesto, aun costándome mucho, cada día más, tener todavía esa capacidad de ponerme en el pellejo de los demás, tener ese trocito de empatía que alberga mi moral, ese espejo dimensional que te hace ver las cosas desde el punto de vista del otro, ese desconocido, o no, que ni tan siquiera intenta la misma tarea contigo, porque no sabe realmente quien eres ni le importas en absoluto; pues, para esos, también va este regalo, esta entrada con peso, contundente, con sabor a merengue, con llama de esperanza, grande, como solo lo podía ser el numero 100

jueves, 21 de noviembre de 2013

El viento que susurra



     Y mueve tu doncel y fino bigote, lo bandea de un lado a otro. El aire serpentea entre él, y hace un slalom por tu piel nívea.
     Por fin te percatas, recibes el mensaje, tu alerta interna se despierta, tu otro sentido detecta que estamos cerca, que los mimos llegan junto a las caricias. 
     Es hora de sacar tu larga lengua, pasearla por la primera cara que te encuentres, levantar las patas para intentar acariciar tú también y demostrar que el afecto es recíproco, que la alegría es mutua, pero eso.... no es posible. 
      Nosotros sí te entendemos, sí te comprendemos, sí... te oímos. 


    Solo el rumor de ese aire descifra el cariño que te damos. 
    Solo el viento te susurra con paciencia al oído todas las cosas bonitas que te decimos.  





lunes, 21 de octubre de 2013

Un Día de Perros





   Parque J.C.I, aquel que pedía disculpas, ése que insistía en que.."lo sentía, que no volvería a ocurrir", ese Jefe de Estado que, en sus momentos de ocio, se dedica a "tumbar" animales gigantes en peligro de extinción. Aquel que se esconde de sus problemas detrás de una escopeta de caza, un traje mimetizado y un sombrero tanto o más ridículo que la afición que desempeña.

    Aun así, en nombre suyo, se hizo este enorme parque, dentro, bastas zonas ajardinadas, y en su interior una pequeña y modesta zona vallada de ocio canino. 
    Y ahí se celebro ayer una quedada de perros de raza B. Francés. Y allí estuvimos nosotros, nosotros y ellos.... los perros. Y cómo no, allí estaba yo, grabando cada momento, cada instante.... cada gesto perruno, cada carrera enérgica. 

    Os dejo las fotos, hay más, pero estas son las que más me llegan.




























         "la noche anterior hacía presagiar, para el día siguiente, un auténtico día de perros..... y efectivamente así fue.... el mejor día de los perros"

martes, 20 de agosto de 2013

Cuarto Milenio

  
                      EL CUELLO DEL POLO


    Bienvenidos a la nave del misterio. Hoy vamos a hablar de un caso extraño, insólito, raro cuando menos, extravagante tal vez. Me estoy refiriendo al.... panoli que lleva el cuello del Polo subido. 

     Qué les pasa a los maduritos?, qué les ocurre?, qué quieren demostrar?. Y lo que es peor... ¿Por qué siempre son?, y ahí viene el misterio, mayores de 35 años, que pasan de los 30 seguro, y en ocasiones llegan incluso hasta los cuarenta y muchos. 
     ¿Por qué siempre van con esa pinta de no enterarse de nada?, da igual que sea un polo Ralph, Lacoste, Hackett o uno del Primarkt, les da igual, ellos salen por la mañana, y en el portal, se miran en el espejo y se dicen- "Qué coño, me voy a subir el cuello, que queda que te cagas". La mayoría tienen ya niños, algunos de edades que más les pegaría a ellos esa moda que a sus patéticos padres. Lo adornan con gafas que..... bueno, no voy a comentar aquí. Y lo peor.... el aire que van proyectando de.. "¡Joder!, todavía soy el puto amo, a mi edad, ¡ya ves!, que sabrán esos niñatos, les doy sopas con hondas".

     Aquí dejo el misterio. ¿Por qué solo lo llevan ellos?, los maduritos y puretas que creen estar en la segunda pubertad. 
     Un consejo: cuando os miréis en el espejo del portal o de la entradita de casa, y veáis lo de puta madre que vais, os recomiendo un segundo vistazo, este con algo más de rigor y de sentido, y os hagáis una pregunta, solo una: ¿Dónde coño voy con esa pinta de gilipollas?.

     Y por último, ¿no os dais cuenta que solo lo lleváis vosotros?, los puretillas que no queréis admitir que ya no estáis en el mercado, y que hay que dejar paso a los jóvenes, que aunque con enormes carencias de otro tipo, con rasgo y percha para llevar "esa" clase de modas. ¡Joder!, que os vais a convertir en el obsoleto y anacrónico estilo Heavy del siglo XXI.



     Venga, hacerlo por vuestros hijos y por los que, teniendo la misma edad que vosotros, sentimos vergüenza ajena.
      ¡Cuellos abajo!.


domingo, 4 de agosto de 2013

La pandilla Canina



     La voz hermética, enlatada de la estación anuncia la siguiente parada: "Alcalá de Henares", insiste, "Alcalá de Henares", en ese instante un tren de cercanías se aproxima al andén, lo hace lento, pausado... con temor tal vez. El recuerdo de días antes todavía nubla su alargada experiencia y hace mella en su bagaje profesional. Fue un caso aislado, lo sabe, aun así, al conductor le produce dudas y desconfianza, por eso cuando se acerca a la estación de la Garena su velocidad no alcanza ni siquiera los 40 kilómetros hora, una velocidad más digna de un perro que de un tren....

     Un palo sobrevuela, un perro jadeante lo sigue, la desesperación que muestra su cara más pareciera que huyera del mismísimo diablo que de un entretenido juego se tratase. Tras él una horda de perros de todos los tamaños y tipos de razas le siguen, de ahí la comprensible angustia con la que el pequeño Bulldog Francés corre, quieren la misma recompensa: un seco, lamido y mordisqueado palo que merodea por la zona desde comienzos de verano.
     Suben laderas, pisotean el césped, se embadurnan en tierra después, claro, de haberse dado un pequeño chapuzón en un asqueroso charco estancado, que es el terror de todos los dueños. 
     Un Pastor Alemán, uno de los más viejos, contempla tranquilamente cómo el tren parte de nuevo de la estación, le sigue con su mirada incluso cuando se aleja, lo sigue visualmente tras la valla que separa su zona de recreo con el mundo civil, la zona hostil para ellos. De la valla divisoria crecen unas enredaderas que la cubren casi en su totalidad, y debajo, es donde se esconden las otras participantes del engranaje que forma esa cadena de desenfreno animal: las ratas. 
     Ellas no las han visto aún, están absortas dando de beber a sus "niñas", a sus pequeños cachorros. Desenfundan con entusiasmo, hasta con ilusión diría yo, las botellas de agua especiales para perros; las hay de todos los colores, de todos los formatos y mecanismos, al final el mismo objetivo: saciar la sed de los más pequeños, de aquellos que abandonan su juego y se refugian en el regazo para demandar un poco de cariño, de paz.... de agua. Todos meten el hocico en el de todos, comparten hasta la última gota, la última baba, no son egoístas, ésta es una característica que no cabe en su personalidad.
     Cuando una de ellas levanta la mirada para dar una golosina a su mascota la ve, la asquerosa rata se dirige hacía allí. En esos momentos una algarabía cubre todo el entorno: recogen correas, bolsos, botellas, móviles; alguna se deja hasta el tabaco, les da igual, su meta es huir de allí lo más rápido y lejos posible. Los perros parecen no darse cuenta del "eminente" peligro que les acecha, por eso el más diminuto de todos sigue montando a una perrilla que pasaba por ahí, el Boxer gigante continúa velando al pequeño, la pareja de de Bulldogs Franceses siguen esprintando en paralelo, el moteado Braco, con su desgastado collar, corretea en círculos machacando con soniquete su pelota infantil, la peluda Terrier se esconde cuando a lo lejos ve a su Némesis, ella no teme a ratoncillos, al fin y al cabo su raza es especialista en cazar y codearse con estos "malditos roedores" , ella lo que teme es a la enorme sombra que se cierne sobre la zona: el Terranova se aproxima, el espacio se comprime considerablemente, la gravedad que desprende el perro oso convierte a los demás en meros perros satélites, cuyas estrellas más lejanas son, cómo no, los desobedientes Beeagles.  

     La tarde cae. La noche se cierne sobre la pradera canina. Por el camino, una recortada imagen muestra al otro longevo Pastor Alemán, lo guía una simpática niña, tan alegre y cariñosa como el perro que la custodia. Es la señal de que el fin del recreo llega, es hora de recoger a los cachorros y poner rumbo a casa. Aun así, todavía se entretendrán un poco más por el camino, se gruñirán otro poco, correrán nuevamente, pedirán, como si de niños se tratase, cinco minutos más. Para al final, en el punto de separación, dedicarse sus últimos besitos y húmedos lametones. 

     Giran los cuellos buscando a sus inseparables amigos, parecen hasta tristes, alguno se resiste. Al final ceden. Olvidan el momento y ya solo esperan a que llegue el día siguiente, la próxima cita, esa donde se decidirá quien se queda definitivamente con el preciado y chupado palo.

     Será otro día, en otra jornada de picnic perruno. Otro momento donde, nuevamente, la pandilla canina retorne al lugar.

domingo, 28 de julio de 2013

Muy, muy finito.


    Sí. Es el tonto de detrás el que debiera evitar esta situación. El que tendría que meter presión al de delante para que deje de pedir chorraditas, deje de pedir acciones absurdas, deje de exprimir el pábulo que el centro da a sus clientes, deje de exigir cosas inexplicables, deje de dar el coñazo con comodidades que tiempo atrás sonarían a imbécil perdido y que ahora son... de un cliente que sabe lo que quiere. 
    Que deje de perder tiempo y robárselo a los demás, que deje de copiar las peticiones ajenas, que deje de aparentar ser un sibarita y caer en continuas contradicciones: Obligar a que le sirvan con guantes de latex, pero luego no importarle que el empleado meta las uñas hasta el corvejón del salchichón para que le pele la pieza, le quite el "pellejito", no sea que su niño se atragante. 

     Sí. Estoy hasta los cojones de gente absurda. Gente que cree que sabe lo que quiere pero que no sabe lo que pide. Que lo hace por inercia, exigir por exigir, porque se lo hacen, porque no les ponen trabas, porque de esa manera está más amortizado cada mísero euro que dejarán en la caja.

     Sí. Continuas frases que se repiten cada día y siguen sonando patéticas. Que con ellas, hacen que el flujo, el ritmo y la fluidez que tendría que haber, desaparezcan. 
     Y todo eso es por culpa del retrasado de detrás, ése que ya no pone caras largas, ése que ya no echa miradas cómplices con el empleado de turno, ése que ya no hace gestos de desesperación y aspavientos onerosos como protesta ante la actitud nada dadivosa del tonto de delante.

     Y no lo hacen porque ellos esperan pacientemente su turno para pedir y exigir exactamente lo mismo que el otro, de igual manera, con la misma pasividad y la misma petulancia. Y que ese eterno momento de espera les sirve para coger ideas, imitar gestos, asumir y absorber experiencia de como pedir gilipolleces sin parecerlo.  

     Y están alerta. Expectantes a que salga su numero. Como si el de la bola final del bingo se tratase, algunos hasta hacen la gracia repetida hasta la saciedad, "Bingo", - me toca -dicen, el más original dice linea, creyendo que lo de bingo esta muy oído, y lo sabe porque se pasa horas y horas observando el comportamiento de sus congéneres. Y cuando por fin le ha llegado su turno se crece, se estira, incluso se ajusta la chaqueta, hace memoria, tira de reservas y comienza su diatriba de peticiones aprendidas para ese exclusivo momento: Me lo pones finito, por favor; antes incluso que el buenas tardes, el hola o el que tal, incluso antes de el qué o cuánto, lo primero es lo primero.- Muy finito por favor. Ya ya, finito, lo he oído. No, pero más finito, más, finito que se rompa.... ahí esta, ahí queríamos llegar, a la famosa palabra, la que da constancia y deja claro lo que queremos, la que rompe otra vez, y cada día más, mi ánimo a seguir atendiendo a un público asquerosamente imbécil.

     "Me quitas el plástico. Me lo separas con papeles. Me lo pones en dos paquetes. Me lo pones en dos cuentas. Me pones eso por un lado y ahora lo otro por otro..¿?. Me lo haces el lonchas gordas, como de un dedo, a ver, un dedo mio no suyo (risas). Me lo partes a la mitad. Me quitas la corteza. Me lo hace cuñitas (finas por favor). Me lo hace en tacos, es para picar ahora (aclaración innecesaria). ¿Me lo puedes picar?, es que yo en casa... Me quitas un poco el tocino. ¿Me lo puedes limpiar más?. ¿Me puedes empezar otro?. ¿Me va a tocar el culo? (si utd. me lo pide Sra.). ¿Me puede quitar el pellejito? y me lo hace lonchas. ¿Me lo puede envasar al vacío?, es para ir de viaje (¿?). Me lo pones estiradito. ¿Me lo puede poner en pila?, sí, así amontonado hacia arriba, no estirado. Si cojo una de fuera ¿me lo cortas aquí?. ¿Me puedes cortar un hueso?. ¿Me lo puedes hacer en trozos no muy grandes? (o sea, pequeños, ¿no?). ¿Me lo puede poner en bandejita?."

     Cada día. Cada cliente. Todos, absolutamente todos. No escuchan tu aclaración o consejo: Se le va a romper, se le va a secar, pierde toda la esencia, un jamón sin tocino.... Les da igual, ellos son EL CLIENTE y por lo tanto exigen. Tú con tus escusas lo único que quieres es no trabajar y ellos que son la polla de listos lo saben, por eso con ironía contestan: da igual que se rompa, lo quiero finito finito… es más quiero que se rompaaaaaa, lo quiero rotoooo, lo quiero destrozado como tu voluntad, como tu paciencia. No venimos por necesidad de comprar, eso lo hacemos en la tienda de barrio, venimos por alimentar nuestro ego, por satisfacer nuestros complejos de inferioridad, por dar un caprichito a nuestro maltrecho orgullo, éste que ha sido mermado por la injusta crisis que nosotros no nos merecíamos, y aquí, en estos metros de paraíso ficticio, damos rienda suelta a nuestras carencias altaneras. Un sitio donde todavía se nos permite aparentar lo que no somos y rememorar tiempos pasados, donde la clase media fuimos una vez tratados como Vip, porque... yo soy cliente vip, sabe Utd. Tengo la tarjeta especial, ésa que me da derechos sobre Utd. ésa que me permite, aún hoy, pisarle y tratarle como a un guiñapo, un mero servidor de mis peticiones, aun siendo estas, absurdas como yo.

     La paciencia se agota. Al final solo queda un dimimuto e invisible hilo que separa la cordialidad de la agresión, un hilito que se va poco a poco deshaciendo. 
    
    Un hilo finiiiiito, finiiito, tan finito que seguro...se rompa. 
       
        Como ellos quieren.


viernes, 21 de junio de 2013

Lazo Rosa

     
     No ha sido precisamente un regalo, pero casi. Lo tenía todo: Presencia, encanto, ternura, magia, sorpresa y..... esa chispa que te dice que va a ser algo especial. 
     No es casual que sea Junio, tampoco lo es que entre ayer y mañana, cuando están apunto de expirar mis vacaciones y se cumple una semana de la llegada de Lacito Rosa, se cumpla también tres meses de la repentina e inesperada, que no previsible, marcha de nuestra querida Nanis. Casual o causal los tres meses de ese respetuoso luto, los casi cien días de un duelo agónico que parecía no acabar nunca. Una aflicción que se había instalado en una colchoneta, en una caseta y en unos bebederos embalados de por vida. 
      Y ahí es donde aparece ese juguete que nadie pidió, ese regalo que nadie soñó e, inherente a ese diminuto y bello paquete envuelto, una alegría y una ilusión que ninguno pensaba que podía brotar de nuevo, que se temía desaparecida, una sensación que creía tener descatalogada del cajón de los sentimientos. 
    
      Luna es blanca como el borreguito Norit, solo que éste bala y lleva un lazo rojo. Luna ladra, corre, muerde..... lloriquea cuando esta sola. Aúlla como un lobo cuando siente que el abandono y la soledad se instala a su vera. De ahí su nombre; blanca como la luna, ese satélite al que ulula cada día con gesto lobezno. 
     Lazo Rosa llega de casualidad, por impulsos, por deseos. Por un oculto sentimiento de adopción, por un pronto de amparo. Por un arranque de necesidad de cobijo, por dar salida a ese cumulo de cariño y afecto embargado desde Marzo. Por tener otra oportunidad; tal vez por redimir errores, por tenerlo todo nuevamente o por tener bajo control algo que parecía estar alterándose. 
     O simplemente por recuperar la sonrisa cuando llegas, después de una jornada de trabajo, a casa.


    
     Le quitamos el Lazo y cambiamos el nombre, como a un niño robado, a uno de esos bebés que intercambian de familia en nombre del Padre a través de la mano divina de una octogenaria hija del Señor, creyendo, de manera equívoca, que ésa era la opción más acertada, una adopción unilaterálmente concertada; demasiada cursilería para nosotros. Ante todo es un perro y ha de aparentarlo.
     
     Ahora se llama PUPPY, y lleva un collar rosita. Pero no olvida su pasado.
     El blanco lunar de la piel y el azul gracioso del guiño de ojos. 



martes, 11 de junio de 2013

Adicto

     
     Soy adicto al Papa Benedicto.....
     Que va, es broma. Estaba pensando el título de la entrada y me ha venido esta... chorrada a la cabeza.
  
     Esta entrada de hoy va sobre la adicción que, creo, tengo a los SOUVENIRS. Es una obsesión, es algo que me atrae sin saber muy bien por qué. 
     Todos los recuerdos que se suelen ofertar en estas tiendas son de escaso nivel de: diseño, originalidad y por supuesto de bajísima calidad. No obstante, cuando veo una souvenir shop, me lanzo hacia allí de manera magnética. Es una atracción casi relativa; y cuando apenas he conocido todavía la ciudad o lugar a visitar, yo, ya he escogido o elegido mi souvenir, ese que me va a acompañar el resto del viaje, ese que cuidaré y mimaré antes de introducirlo con delicadeza en la maleta de vuelta, ese pequeño trozo de tela, de metal pobre o de resina barata que tendrá la función específica de evocar mis recuerdos de aquella corta fracción de vida. 
     No es fácil la elección, antes habré de consultarlo, estudiar el cómo y el por qué, meditar su ubicación futura y sopesar si "es necesario", ya ves, creer que un recuerdo puede ser necesario. 
     No sé si son los colores o las formas, tal vez sea el que representan de manera diminuta lo más emblemático del lugar del que proceden. No sé, pero como digo es una obsesión. Hasta tal punto que si dicho artilugio no ha sido estrenado allí,y la mayoría no lo hacen, decido minuciosamente cuándo va a ser el día del estreno. 
     Si es una camiseta, un polo, un forro  polar o un pañuelo, elijo previamente el conjunto que lo va a acompañar. Estudio con todo tipo de detalles con qué ropa y a qué temperatura lo voy a lavar para que no pierda nada de color, textura ni forma. 
     Si es un objeto de decoración lo coloco de forma mística y casi filosófica en casa, con la única intención de que cuando lo vea me transporte mentalmente allí de nuevo, que evoque de manera gráfica "ése" exclusivo momento y no otro.
      Creo que lo que intento es que mi casa sea un centro de sensaciones, un espacio que estimule el marchito... punto aventurero y cree un circuito de impulso a mi ajado ánimo, y me haga ver que el próximo souvenir está al caer, que pronto habrá que montar otra cacería para el siguiente trofeo. 
     Son una mezcla de etnias culturales dispares, una amalgama de colores continentales, un crisol de impresiones difíciles de explicar. Son: Mis diminutos tesoros que espolean mi adrenalina y la pone a punto de ebullición. 

     Cuando entro en una de esas tiendas, me siento nervioso; como cuando vas a un Strip Show, no sabes dónde mirar, qué coger; te sientes observado.
     Pero cuando ves lo que tú no sabías que buscabas, sientes un flechazo, y dices: "¡eso!, eso el lo que quiero". Ese es mi souvenir de este viaje.
   


                            "Ésto es un poco exagerado, pero casi casi"

jueves, 6 de junio de 2013

Cuaderno de Ruta

     
     Lo prometido es.... 
     Ya dije que no tardaría en volver. Os cuento la ruta que hice ayer: Salida 10:00; Alcalá, Nuevo Baztán, Villar del Olmo, Ambite, Mondejar, Albares, Almoguera, Zorita de los Canes, Albalate de Zorita y Almonacid de Zorita. Hora de vuelta 13:00, ruta a la inversa con la sustitución de Villar del Olmo por Olmeda de las Fuentes. 140 kilómetros, dos castillos y un puñado de fotos, cómo si no, a éso he ido. Os dejo las que más me gustan, y esta vez sin retocar, al natural.

















     Estoy que me salgo, dos de dos, haber si sigo esta racha. Hasta pronto.