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viernes, 25 de enero de 2013

La Crisis de los SuperHéroes

     Los héroes están de crisis. Ya no vuelan, ya no reptan por paredes, ya no salen de noche a combatir el crimen, no se transforman en seres maravillosos, extraordinarios. No trabajan a tiempo parcial por el día, mientras actúan a espaldas de la ley por la noche.
     No todos los héroes están en situación delicada, no; no a todos les va tan mal, no; no todos nos interesan por igual, ni por todos preguntamos con la misma intención, por su estado anímico, social o personal. 
     A Supermán le va bien, lleva muchos años en el candelero y creo que sigue trabajando en el Daily Planet.
     Batman, por otro lado, sigue recluido en su mansión oculta en la ladera de las montañas, en una cueva paradisíaca, y sale sólo en contadas ocasiones a ejecutar su propia ley.  
     Spiderman es un cachondo, se pasa el día de fiesta en fiesta, apenas se oculta ya, se le ha subido la fama, incluso, se dice que es un mujeriego; pero sigue en activo, en plena facultad física... en todos los sentidos.
     Capitán America, éste es un héroe un poco político, que bien vendría hoy en día; un héroe con rasgos militares, por eso no le falta trabajo... sigue en activo. Se dice que su cuartel general está cerca del Área  51, base militar ultra secreta.
     Thor, hijo del Dios del trueno, de orígenes nórdicos, está siempre a caballo entre la tierra y su planeta Asgard.
    Estos dos últimos, por ser muy poco terrenales, decidieron unirse a Hulk e Iron man,  que junto con otros dos, formaron lo que se conoció como Los Vengadores.

     Pero hay un héroe que apenas nadie conoce, que nadie sabe de él, que pasa desapercibido. Un héroe que no reúne la simpatía de la gente, casi sin admiración, extraño, curioso y enigmático. Y es el único que hoy en día, en plena crisis, está en pleno apogeo, no para de currar, me refiero a: LA COSA. No es excesivamente conocido, forma parte de otro grupo de héroes: los 4 fantásticos; junto con el hombre antorcha, la mujer invisible y el hombre elástico. Sí, suena un poco a cachondeo pero son un grupo bien formado, pero no popular, y de todos ellos, éstos y los otros, el que más pena, cariño y ternura desprende es La Cosa, por eso toda la ciudadanía se pasa el día preguntando por él, preocupándose por él, opinando sobre él. Es sin duda el héroe del momento. En el que están puestas todas las esperanzas, todas las miradas; se analiza con lupa todos y cada uno de los movimientos que realiza, sus altos y sus bajos, y las fluctuaciones anímicas por las que está pasando. 

     La gente lo sabe, les preocupa y les ocupa de manera obsesiva, quieren saber si se recuperará definitivamente y nos dará días felices de otro tiempo, si nos volverá a proteger, nos volverá a defender o si nos devolverá la felicidad que hemos perdido. Si con él, el azar estará a nuestro lado de nuevo, y si éste, nos será favorable... para siempre.
  
     La gente se reúne en las plazas, bares, centros comerciales, hogares... cualquier sitio es bueno para preguntar a sus congéneres por el personaje en cuestión: ¿Cómo está la cosa? La cosa está jodida. Tal y como está la cosa. Es que está la cosa igual, mal. ¿Cómo va por ahí la cosa? No nos quejemos, porque como está la cosa....
     Desde aquí, y en nombre de La Cosa, os doy las gracias por vuestra preocupación, y comunicaros que con optimismo e ilusión, pronto veremos a La Cosa en perfecto estado, ayudándonos de nuevo, defendiendo la ciudad, protegiéndonos y llenando las calles de eso que ahora falta..... dignidad.

martes, 15 de enero de 2013

CRISTALES ROTOS


     ¿Qué se ve desde los edificios más altos?, esos que decoran el horizonte de las grandes ciudades, esos que tienen enormes antenas de importantes compañías en sus azoteas, esos que, incluso, poseen helipuerto propio. 
     ¿Qué se ve desde los de enfrente? Sólo a estos otros, o, algo más... Se ve: Enormes moles de ladrillo y acero, que se cubren con un manto exagerado de ventanas y cristales. Que se visten por la noche con un elegante vestido de luces, decenas, miles de estas, que inundan sus fachadas y les da otro sentido. Una cortina que corre hacia abajo desesperada por llegar al suelo e integrarse en ese mar de millones de puntos luminosos que nadie sabe qué son, nadie sabe a quién pertenecen y nadie sabe qué esconden detrás. 
     Vidas. Historias. Cada una distinta a la otra. Cada una con un montón de cosas que contar. Ventanas iluminadas que tienen algo que decir, algo que narrar, porque en cada una de ellas hay un sueño que cumplir, un reto que cubrir, una fantasía en la que creer, una ilusión por la que vivir, una vida por recorrer, y desgraciadamente, trozos, retazos del pasado que hay que recomponer, objetivos truncados que hay que olvidar, y muchos, muchos cristales rotos.

     
      No es fácil borrar el pasado, quitar de un plumazo un recuerdo reciente, más si en este, has puesto mucho de ti. Es difícil convivir con un continuo bombardeo de escenas que se proyectan en tu mente, y que se componen mágicamente para formar una pequeña película. Uno de esos pequeños cortos que te acompañan el resto de tu vida. Diminutos archivos que llenan tu memoria y que sin saber por qué, te sobrevienen de manera espontanea. Algunas veces es un sonido, otras un olor, a veces una canción, una imagen, un gesto.... una mirada la que pulsa el play de tu reproductor y visualizas sin más el film que habías guardado y que creías no volver a ver.
     Te quedas ido. Estás nuevamente allí, reviviendo todo aquello otra vez. En ocasiones tus sentidos reverberan las sensaciones hasta ser capaz de tocarlas, olerlas, oírlas... verlas de nuevo. No quieres despertar de ese momento onírico, de ese ratito límbico, no quieres dejarlo, de abandonar otra vez ese tiempo en ese espacio en el que viviste aquello por primera vez. 
      Pero al final despiertas, te sacan a golpes de tu sueño holográfico, y vuelves a estar aquí; físicamente sí, pero mentalmente sigues allí,.... y lo estarás un rato más, y estarás paseando por esos pasillos, bajando esas escaleras, lo harás incluso más feliz que antes porque el peso físico no existe, la presión emocional tampoco. Y seguirás recogiendo, embalando, precintando, descolgando cuadros, envolviendo figuras... almacenando recuerdos.
     En ocasiones te verás secándote con una manga ennegrecida las lágrimas que se escapan tímidamente, esas que no quieren mostrarse, esas que lo dicen todo de ti.
     Otras veces creerás oír tu nombre, te girarás incluso; lo acompañarán risas, jolgorio, jaleo, ajetreo, prisas, sonidos de claxon; sentirás por tus manos el papel de regalo, sonreirás sin darte cuenta recordando la lucha con las marujas exigentes.
     Y otras muchas veces oirás el chasquido de una puerta sin pomo, el pitido de una falsa alarma, el caer desplomado al suelo de una bonita figura de resina o alabastro..... y en uno de esos ruidos regresarás aquí, al tiempo actual, te mesarás la cara y dudaras de por qué tanto sentimiento. Nunca lo comprenderás.

     Mientras intentas vivir con ello, rehacer tu vida, tirar para delante y olvidarlo todo; una pequeña parte de ti seguirá allí...
  
      .....guardando en una bolsa grandes cosas pequeñas, cosas que se querían perder pero tú no quisiste: unos rotuladores secos, unas perchas usadas o un cuadro con el marco hecho añicos y los cristales rotos.... como vuestro sueño.

                                                     Dedicado a los que, todavía hoy, son capaces
                                                     de sacar fuerzas y recomponer los trozos rotos.