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lunes, 4 de mayo de 2020

Trazas de cuarentena



     

     Es difícil, normal. Tantos siglos con esa costumbre que ahora es muy complicado quitarse de encima dicha... manía. 
     Ese puto vocabulario machista que cohabita entre nosotros... y nosotras. Una característica que resuena entre aplauso y aplauso, entre fase y fase y pasa totalmente desapercibida. Y no es otra que la de identificar, invariablemente, una determinada profesión con un género o sexo determinado. 
     ¿El personal de la sanidad? Obviamente, sanitarios; cuando Sanitarias existe e incluso tienen un premio que las galardona. Sobre las limpiadoras de hotel, cuidadoras de dependientes y empleadas del hogar, ya no voy a comentar nada. Es hasta humillante y vejatorio cómo sistemáticamente se relacionan, estos servicios o trabajos tan duros y socialmente poco valorados, con la mujer. 
     Pero lo que me rechina últimamente es el de Cajeras y Reponedores. Ahí está, ya se han repartido los cargos y puestos correspondientes: Ellas, cajeras; y ellos, reponedores. Parece mentira que sean los supermercados los sectores del comercio donde todos, absolutamente todos, vamos siempre por necesidad y seamos incapaces de ver que, esos héroes que nos cobran y orientan en los super, son hombres y mujeres, da igual dónde estén y en qué puesto, lo hay de todo en todos los puestos. Pero claro, lo que dije entradas anteriores... pasan, ambos, totalmente desapercibidos, son definitivamente invisibles para la totalidad de la gente que por allí va. Por eso la crítica sobre lo hipócrita de los aplausos y reconocimiento de este sector en épocas de virus. Por eso no me creo ese agradecimiento en los medios cuando son estos los primeros en caer en ese reparto injusto y patriarcal de puestos básicos.  
     Se intenta, en ese relato sentimental, de concienciar a la gente de lo importante de sus funciones, de lo entregado y duro del puesto, pero no es creíble desde el momento que: ni saben quién son, ni sus condiciones laborales, ni si se sienten o no identificados con el problema. Y no lo saben porque no les importa en absoluto ni lo qué sois ni en qué trabajáis. Esto ocurre también porque en el lenguaje, sobre todo el que define los trabajos que a su vez definen a la sociedad, hay un inmenso clasismo.

     Habrá quien diga: "Hombre, se utiliza Empleadas del hogar o Cajeras, porque el 90% son mujeres quienes lo ejecutan". Muy bien, seguramente sean estos los mismos que defienden el genero masculino como representación de lo "general", de un "todo" cuando hablamos del género. Y es esa la razón de la crítica. Cuando hablamos en general todos somos hombres, cuando lo hacemos de cargos o funciones poco vistosas o incluso infravaloradas ahí ya aclaramos que la mayor parte de esos empleos corren a cargo de ellas, las mujeres. 
     Si tenemos problemas "serios" llamamos: al abogado, asesor, al gestor... al medico o doctor, incluso psicólogo. Si tenemos que quitar mierda: a la chacha, a la chica que limpia o a la nani. De las secretarias... otro día hablamos.

     Y ahora, a aplaudirlas otra vez, que no se nos note la falsedad, que nuestro gesto sea compungido y solidario. Hacerlo rápido y fuerte, que me huele... que la desescalada final, esta al llegar.

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