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jueves, 27 de julio de 2017

Piloto Automático




     Me encontré ayer de casualidad con esta... metáfora. Hacía referencia al modo de vida que la mayor parte de la gente lleva. Ésta, entraba de lleno en mi teoría del comportamiento borreguil que adoptan las personas, aquellas que no meditan ni un instante el porqué o el para qué. 
     El piloto automático se usa principalmente en los aviones, pero también en otro tipo de vehículos o transportes: Barcos, trenes, camiones, etc. Éste, no es más que otro sistema que se incorpora para minimizar el factor humano, léase aquí factor humano como claro ejemplo de eufemismo de error humano.
     La principal característica de este avance es el tomar los mandos o control por parte de un sistema artificial inteligente que previamente se ha configurado basado en unos parámetros, premisas y datos técnicos, con la finalidad de ayudar al humano, es decir, evitar que la improvisación, la emoción, el azar o simplemente la intuición puntual en un momento dado, pueda ocasionar un desastre.

     Para este tipo de cuestiones, en que todo tiene que ir sobre lo previsto y sin alteraciones posibles, el sistema es perfecto, el problema es cuando este automatismo lo aplicamos a nuestra vida diaria y cotidianidad, porque es entonces cuando nos convertimos en parte de un sistema manipulado, articulado y programado por otros para que nada ajeno a lo establecido ocurra y todo vaya... sobre lo previsto y sin alteraciones posibles. 

     Esto, a corto plazo, es cómodo incluso para el practicante, puesto que deja en manos del sistema - Piloto Automático- su devenir, y éste transcurre, en teoría, plácido y sin sobresaltos.
     Pero qué ocurre cuando abandonamos nuestro ser, nuestro sentido, cuando anulamos nuestros sentimientos, cuando dejamos de investigar, de probar otros caminos, cuando no contradecimos la versión ortodoxa ni ponemos en tela de juicio esa ruta facilona que unos ingenieros programaron en el sistema de nuestro navegador. Pues que nos convertimos en armatostes deambulando por ahí, ya sea por mar, tierra o aire; donde solo hace falta una gran torre de control (y libre?) para hacernos llegar a ese destino que previamente nos gravaron mediante consignas virtuales, y nos hicieron comprender que ése era nuestro fin, nuestro destino.

     Dónde se ve y se aprecia esto? En cualquier situación diaria. Pero esto no es nada nuevo, que va, ya se iba denunciando hace años con el conocido refrán: "si culo veo, culo quiero" solo que ahora ya sabemos quién nos dice qué culo anhelar, en qué momento desearlo y cuánto vale. 

     Ejemplos...? mil: No creo ni en dioses ni en religiones, pero me caso por la iglesia y bautizo a mi niño -PILOTO AUTOMÁTICO. Sé que me va costar atender como se merece a mi hijo, aun así lo tengo, ya me lo cuidarán otros - PILOTO AUTOMÁTICO. Veo que la gente publica con ingenio sus cosas por la red, aun careciendo yo del mismo, subo hasta el color de mis bragas - PILOTO AUTOMÁTICO. Han dicho que lo cool es Cádiz; llenemos sus costas de toallas -PILOTO AUTOMÁTICO. Que no, que no, que ahora es Almería; recojamos los trastos y vayamos para allá - PILOTO AUTOMÁTICO. Que han dicho que a correr... al Decatlon a por el disfraz y a tirarme a la calle a 40º -PILOTO AUTOMÁTICO. Que no, que no, que ahora es bici... a comprar la bici y a seguir bajo esos 40º pero a más velocidad - PILOTO AUTOMÁTICO. Que se oye que lo que peta ahora es Instagram... a subir fotos del culo.... que no, que no, que lo que lo peta son las piernas... a enseñar pata... que no, que no, que eso esta out, ahora es la espalda y si se puede algo más... a despelotarnos y subir nuestra intimidad - PILOTO AUTOMÁTICO. Coño, que ahora lo que se lleva es quejarse de lo que suben... a bajarlo otra vez y a reclamar al maestro armero -PILOTO AUTOMÁTICO. Que veo por la TV (a ver dónde coño va a ser) que a los niños se los pixela y se les cuida de las RRSS... ¡vaya! ya es un poco tarde, tengo mi History Book en la nube, aun así mandaré una queja por escrito con amenaza incluida a todo aquel, excepto yo, que no cumpla con ello, un escrito claro está, a través de twiter - PILOTO AUTOMÁTICO.

     Sobran ya más ejemplos, ha quedado claro en qué situaciones, sin dejarnos atrapar por la cordura, por el sentido común o por la racionalidad; apretamos el botón de Piloto Automático y ... nos dejamos llevar; no sea que volar, correr o navegar a contra corriente nos excluya de este sistema, nos señale con el dedo o lo que es peor, me prive de unos likes
     Pero no es en la obsesiva manía de la RRSS en las que hago hincapié, no, esas son hasta... comprensibles, porque entran en el ámbito del ocio y del entretenimiento, y quién somos nosotros para decir a la gente cómo entretenerse; para eso ya esta el sistema. Es en el resto de situaciones diarias de calado más profundo donde ponemos, sin prejuicio alguno y sin dudas, el Piloto Automático, y dejamos que sean ellos, no solamente los que decidan qué hacer durante el ocio, sino, también: En la vida sentimental, laboral; en la forma de vida espiritual, religiosa, política; y hasta en la formación intelectual. Son ellos los que forman tus gustos y costumbres, los que definen tus tendencias para hacerte formar parte de una tradición, una forma de comprender la vida que no debe ser errónea puesto que la mayoría lo hace, y si en ese transcurso ideológico llegas a perderte porque aparecen pequeños trazos humanos que hacen plantearte todo de nuevo, no te asustes, no entres en pánico: pulsa el botón del Piloto Automático y recuperarás tu rumbo al paraíso prometido.
      Porque cuando el factor cognitivo hace presencia... el sistema esta ahí para combatirlo.

jueves, 26 de enero de 2017

El Cuadro



     Hicimos la foto. Fue cuando Marta era "modelo" y yo "fotógrafo". También era cuando formábamos una familia.
     Esa foto siempre me gustó. Era especial: su contenido, su encuadre, sus colores, su significado.
     Estuvo en mi cabeza mucho tiempo. En ocasiones pensé en plasmarla en un cuadro al óleo u otra clase de pintura. Los artistas ya los tenía decididos, pero al final deseché esa opción por la poca convicción que me daban los elegidos.

     Esto ocurrió hace mucho, años incluso. Pero el tema seguía ahí, guardado en el cajón de los proyectos. Tiempo después llegó el fatídico momento, algo más tarde la tremenda alegría y por último, otro componente más, y esto hizo que el cajón se fuera cerrando poco a poco. Luego llegó nuestra casita de campo, y eso lo cambió todo.
     Parecía que jamás se fuera a tocar más el tema del famoso cuadro que persistía en mi mente. Pero... había que adornar y decorar la casa. Y volvió a pasar de nuevo más tiempo aún. Cuadros, lámparas, cortinas, muebles y demás, todo un año lleno de idas y venidas cargados de ideas y planes para aportar a la casita el encanto que queríamos.
     A mi desde el principio me gustó un cuadro de un mapa antiguo, de tamaño considerable, que se sostenía bajo un marco recio de madera como el de los colegios de hace años. Era algo costoso, pero no  me importó. Lástima que no hubiera más y que ese no se vendiera. Al final optamos por el plan B, algo más sobrio, menos original y por lo tanto... algo que  no me llenaba.
     Seguía pasando el tiempo, y cuando me sentaba en frente de aquella construcción de chapa que sustituía al mapa de mis sueños, notaba que faltaba algo o... que sobraba.
     Un día me decidí. Dije: Marta, te doy una semana para que decores esta pared de nuevo. La idea le gustó, y volvimos a retomar la idea del mapa del año anterior aprovechando  que el nuevo catálogo de la tienda llegaba a nuestro buzón. Pero nuevamente el destino quiso ser adverso, y, o bien no lo tenían en tiendas, es decir, solo en web, o no se enviaba por contra reembolso. De nuevo mi frustración. Lo daba por perdido: "le den al puto cuadro" ladraba yo indignado.

     Un día Marta me ofreció otra opción: Una página web donde se hacían a medida cuadros en lienzo o metacrilato que tú quisieras y... entre sus dibujos aparecían mapas parecidos al que yo en su día quería. Me puse manos a la obra: elección de tamaño, forma, grosor y modelo. Solo faltaba elegir qué mapa, de todos los que allí había, me gustaba más. Se le podía dar más o menos textura, color o tono. Esto me llevó algún que otro día más, pues no estaba seguro qué sería lo mejor.
     Un día libré, y dije: "Hoy lo elijo y lo pido ya", y cuando estaba en ello, una casilla en la parte superior anunciaba que también se hacían cuadros de una foto que "tú" eligieras¡¡¡ Saltaron la alarmas, saltó a mi cabeza el proyecto de hace años, se abrió de golpe el cajón que se cerró antaño.
     Me puse como loco a buscar la famosa foto que hice hace años, rebusqué en archivos, removí aparatos móviles, ordenadores, discos duros... al final lo encontré. 
         Ya solo faltaba enviarla... pero otro contratiempo retrasó nuevamente la operación. El archivo tenía que pesar más de 300kb y éste solo llegaba a 280kb, desistí por completo y empecé a elegir mapas otra vez. Pero una idea me alumbró cuando estaba en esa tarea: ¿y si edito la foto con un editor y en ese proceso le meto más información y con ello más peso? De nuevo las prisas y el atropello, busqué el editor, bajé la foto, le metí cuatro cambios y cuatro filtros y conseguí que llegara a 1080kb, de sobra.

     Por la noche, ya con Marta, perfilamos el pedido y por fin le di a enviar. A ella le sorprendió que hubiese elegido aquella foto que apenas recordaba. La idea le pareció buena y el pedido se ejecutó.
     Solo faltaba esperar. 72 horas. Día de envío sábado. Recepción en la casita.
     Todo sobre los planes. Cuando el de la agencia llegaba a la puerta, Marta aparecía por la calle. Lo recepcionó, lo pagó y lo guardó. No lo puso, y ahí está la clave, solo lo planteó encima del sofá para ver cómo quedaría. Le gustó, me envió una foto y lo guardó en la habitación para ponerlo el finde siguiente cuando estuviera yo también. 

     20 de enero, viernes, el finde esperado. Llegamos pronto aunque ya de noche. Yo a lo mío: repasar grifos, grados, calderas, y demás; Marta a lo suyo: guardar trastos, comida y apañar a los Nanus. Todo ok. Creo que me merezco un cubatel. De pronto me dice: "Qué, ponemos el cuadro o qué", mejor mañana, dije yo. Y ella como si un espíritu la hubiese  poseído contestó: "No, se pone hoy, mañana ya veremos", y eso hicimos, ponerlo. 
     
     Quedó bastante bien. Ya estábamos todos en nuestra casita: Marta, Nanus, yo y... ella. Por fin juntos un montón de tiempo después. Pero... ¿Cuánto?
     El día siguiente transcurrió con total normalidad, puse un grifo nuevo, un logro para mí, y abonamos algunos árboles frutales de la parcela, poco más a parte del disfrutar de todo aquello nuevamente.
     Lo curioso llegó al día siguiente, domingo 22 de Enero. La anécdota llegó en forma de aviso o mensaje: Google informaba a Marta de que hoy hacía 5 años de la publicación en su página de una foto... Sí, la famosa foto. Eso indicaba que probablemente la foto fuera tomada originalmente dos días antes, es decir, el 20 de enero de 2012, y por la hora en que solíamos hacer el reportaje fotográfico, calculo que sería casi casi, la misma hora en que, 5 años después yo colgué el cuadro en la pared. 5 años. Tal vez el tiempo adecuado para dar por finalizado el luto.

     No pretendo buscar similitudes disparatadas ni casualidades paranormales, ni emular a Cuarto Milenio. Solo digo que una vez más un sentimiento interno pasado puede condicionar un presente con el fin de representarse para siempre en el futuro. O tal vez sea pura coincidencia, no lo creo, lo único que sé es que cuando revelé esa foto hace 5 años sabía que iba a ser especial, lo que ni yo ni nadie sabía era el porqué lo iba a ser, ni la historia tan triste que, todavía hoy, esconde ese lienzo.

     "Me gustaría pensar que fue "ella" desde allí la que, con su magia, movió los hilos del caprichoso destino con el fin de que supiésemos, que aunque lejos... sigue estando con nosotros"




                 "Te lloré como para rebosar mares... como para reflotar naves"  MALVA - M. Garcia