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domingo, 23 de agosto de 2020

Víctimas y Verdugos




   
     Si tu conciencia no se representa por valores intelectuales, ideológicos y sociales, sino por apariencia e imagen, y ésta solo se construye a través del dinero, la lógica capitalista al final se impone y dicta tu condición de clase (conciencia). Ésta, y no otra, es la razón de la pérdida de conciencia de clase a la que estamos asistiendo en esta era. Tu teórica conciencia queda mercantilizada. Y desde ahí es imposible recuperarla, porque al sustentarse sobre un valor económico, solo el mercado es capaz de cambiarla, y obviamente… no le interesa.  Quiere que sigas pagando por mantener esa… nueva clase adquirida. De ahí la proliferación de grupos proletarios que, aún subyugados por el sistema, vitorean, aplauden y enaltecen al mismo,  porque entienden que es gracias a ese sistema el que ellos puedan ocupar una plaza en esta nueva clase social.  Y razón (desde su punto de vista) no les falta, porque es gracias a él,  y a su falsa perspectiva de lo que realmente es la Conciencia de Clase, que tienen la posibilidad, virtual e irreal, de, por lo menos, ante los ojos de los demás,  aparentar ser parte de una clase social que ni les pertenece ni pertenecen.  Y todo por un modesto coste. Solo monetario.
     Por eso ante la pregunta de: ¿Por qué las víctimas votan a sus verdugos? Y ante la desesperante e incierta respuesta de: por falta de conciencia de clase; era necesario indagar a qué y por qué se debía esa falta o pérdida de conciencia. 
     Se lleva echando la izquierda la culpa a sus espaldas,  ignorando que si su mayor enemigo, históricamente hablando,  ha sido el capitalismo, por qué no ha mirado hacia él sabiendo que si era el culpable de todos los “males" pudiera ser que este también lo fuese de esa inanición de la condición humana en recuperar la tan absoluta y necesaria conciencia para la posterior lucha de clases.
     Solo desde ese punto de vista se puede llegar a entender. Solo desde la absurda e ilógica consigna capitalista se puede comprender cómo un individuo es anulado ideológicamente, emocionalmente e intelectualmente,  para ser convertido en un mero escaparate.  Un spot publicitario,  un breve slogan que comprime todas las carencias sociales y las suprime en otros valores consumistas y de apariencia. Y lo admirable,  irónicamente hablando,  desde ese ángulo de visión,  es la conformidad y la autoafirmación de la persona en esa “nueva" forma de vida, carente totalmente de cualquier principio,  argumento o sentido lógico de vida natural y social.
     Es en esa corriente arrolladora, de la que todos somos algo culpables,  porque todos, alguna vez hemos empujado en esa dirección;  donde el ser se siente más cómodo,  porque ahí encuentra ese sentido de vida que una vez perdió por culpa del propio sistema,  y que ahora le ha hecho encontrarse así mismo, anulando anteriormente cualquier otra forma o planteamiento existencial, ya sea religioso, social o familiar. Todo, absolutamente todo, ha sido abolido por el capitalismo,  hasta hacer de ti un mero productor/consumidor, incapaz de, en este ciclón social de apariencia,  envidia y complejo, parar un momento y recapacitar si: es necesario tanto,  si es justo el coste, si compensa el tiempo perdido,  si compensa la nulidad humana a la que nos sometemos y… si es razonable medir el tiempo en dinero… y viceversa. 
     No es que el sistema (capitalismo) en si mismo, como un ente etéreo, te manipule porque  sí,  no,  es el sistema el que en forma de alfombra roja, te ofrece esa amplia variedad de posibilidades para “cambiar" tus maltrechos valores.  Solo es necesario tener dinero.  Para ello solo es necesario trabajar. – El truco? Cada vez obtienes menos dinero por tu trabajo-. Esto hace que la lógica emocional del capitalismo haya cambiado.  Antes te creaba una necesidad que no existía, y al ser alcanzable y al desaparecer esos valores a los que hacíamos referencia antes, no te podías resistir, buscando en el consumo esa “existencia” que diera sentido a tu Vida.  Ahora el capital ha dado un giro de tuerca,  y es que como los salarios son tan cortos para poder seguir alimentando esa burbuja de consumo, ya no es válido crear la necesidad,  porque, aunque cada vez más despojado de su intelectualidad,  el ser humano es poseedor del sistema cognitivo, y éste le dice que esa necesidad ya no es posible, y es ahí donde el capital da el giro y crea en ti el “deseo", es decir, a corto plazo sé que no voy a llegar, pero con tesón,  esfuerzo e ilusión puedo acceder a eso que me ofrecen y a lo que yo tengo derecho a poseer. Es decir, no solo continúa la compra compulsiva e inútil, sino que encima lo hace de manera prolongada en el tiempo sin objetivos claros a corto plazo. Porque esa es otra de las máximas capitalistas, todo se puede convertir en un derecho siempre y cuando lo puedas comprar. Para ello solo es necesario que alguien, antes, le ponga precio y te lo ofrezca como algo justo y necesario para tu condición de individuo social.
     Quién querría estar en el lado de los perdedores, de los desfavorecidos,  de los excluidos, si con tan solo una pequeña dosis de capital, indiferencia e ignominia pueden pasar al otro bando.