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domingo, 17 de julio de 2011

Low Cost y otros topicos.

     -"Oiga, podría quitarme el codo del cuello"
     -"Lo siento, pero es que soy el piloto".

     Esta es una de la ultimas viñetas que han aparecido en un periódico nacional, hace referencia de manera irónica y graciosa a lo que son los vuelos Low Cost. Es de algún humorista gráfico, el típico Borges o Gallego u otro por ahí.
     Antes de dar mi opinión, y como dice el próximo presidente de España, A.P.Rubalcaba, -"Dejarme 30 segundos para que os explique el porque de esta visión".
     No todos, pero la mayoría de la gente, incluida la Española, bueno, esta más todavía; tiene por costumbre el prejuicio, "recuerdan la entrada anterior" (aludo otra vez a APR).
     En qué influye el prejuicio en, este caso, low cost y otros tópicos; pues en que damos por hecho que lo barato es malo y lo caro es bueno. Esto a priori puede ser correcto y hasta normal y sería justo por otra parte. Pero dejarme que os ponga un ejemplo, (nuevamente APR), Qué CocaCola es mejor, la del bar el Bigotes, o la del restaurante Bullí..... ¡Vale! dejar de pensar, yo os contestaré, las dos son la misma.
     Habrá quien diga que la diferencia sería el servicio, el local, la presentación... y demás. Y sí, es así por supuesto, pero también es el ambiente, lo digo como eufemismo no como sinónimo de gay. O lo que es lo mismo, se-gre-ga-cion cla-sis-ta. Voy a poner un ultimo ejemplo que quedara más claro y en el que no se apreciará tanto el servicio y atención: por qué cuesta más una determinada prenda de una determinada marca, en unas zonas que en otras; pues para evitar que determinados niveles sociales crucen la invisible linea social de clasismo y acudan a otras tiendas que no son las suyas, pero por el contrario se les ofrece esos mismos productos en otras tiendas para no perder en ningún momento $clientela$. Pura hipocresia.
     Hay un capitulo de Aida en el que Jonathan(pobre) se mofa de Fidel(rico), por la simple razón de que Fidel adquiere un móvil por más del doble que Jonan, que lo hace, por el mismo, por una cantidad muy inferior, después de tanta mofa, Fidel le contesta: "La diferencia entre tu móvil y el mio es que yo puedo permitirme pagar más por lo mismo".
     Qué es lo que ocurre entonces, lo de siempre; el pobre de a pie, accede con esfuerzo a alguno de estos ejemplos de nivel que he contado, y como ha hecho un enorme esfuerzo debe sobrevalorarlo y convencerse de que ha merecido la pena, si por el contrario, más tarde, vuelve a su escalafón, con los suyos, y accede nuevamente a otro servicio de su nivel, ocurre lo contrario, lo infravalora e incluso se jacta de comentarios despectivos como: "es que no tiene nada, nada, que ver". Para dar a conocer, que parece ser que de eso se trata, de que él en alguna ocasión accedió al OTRO NIVEL, y se lo expone sutilmente a los pobrecillos con los que ahora, de manera ocasional, comparte una experiencia que ya creía olvidada.
     Llegas a ser tan bombardeado por estos comentarios que hasta te condicionan y aterran, y eso es lo que me ocurrió esta semana: Parecía que íbamos a volar en una tartana, un avión a motor de aire, que estaría lleno de mierda, que el personal serian kinkis y gentuza no profesional, que el piloto seria un estudiante en practicas, que nos tocaría empujar para arrancar y por supuesto, que saldría con retraso y con perdida de maletas.
     No soy un avezado viajero, por supuesto, pero las escasas veces que lo he hecho ha sido en las compañias principales de cada país donde he ido, y nunca antes hasta esta semana ha ido todo tan rápido, tan agilizado, tan organizado, tan sencillo; igual de limpio, el mismo servicio, la misma profesionalidad, y muchisimo mejor vuelo.
     El resumen es que: el servicio es el mismo, la mano de obra la misma, la material la misma; la diferencia es lo que dije al principio, separar a unos de otros. Pero ¡Cuidado! que la diferencia económica apenas existe, es decir, no es ningún chollo ni tanta ganga; no es en definitiva, ni para lo bueno ni para lo malo, tan LOW COST.
    

jueves, 7 de julio de 2011

A 35º en Lo Pagán

     Salió de su escondite, de ese asqueroso agujero nauseabundo y sucio. No miró a nada ni a nadie. Simplemente se disponía a pasear y olfatear con su diminuta nariz pestosa todo lo que en esa espontánea e improvisada salida se le cruzara por el camino.
     Metros más adelante, pocos dicho sea de paso, estaba nuestra Nanis. Absorta a aquella excursión ratuna, ausente a aquel roedor despreciable. Solo prestaba atención al árbol donde se disponía a mear, y de reojillo a mis pasos; si estos iban o venían, e incluso si podía apreciar en mi rostro síntoma de cansancio, aburrimiento o desesperación porque su segunda salida del día se alargara más de lo previsto.
     Ignoraba que horas después la única caminata que haría sería en el corral, el patio de Corpa.

     Cambió el sitio, para ambos. Cambiamos de aires, nunca mejor dicho, porque estos giraron bruscamente en el mismo momento en que cogí las llaves del coche.
     Ella dormirá en su misma cama, que no en su misma habitación, lo hará con parte de su familia, allegados y no tanto, lo hará bajo las estrictas ordenes de otra Rata y lo disfrutará como si de un campamento de verano se tratase. Con sus dos primos: uno; el pequeñin, y otro, el más veterano, el que más campamentos, de verano e invierno, lleva a sus ya viejas y débiles espaldas.
      Nosotros aquí, a cientos de kilómetros de ella, preocupados como solo los padres están cuando sus pequeños entran de lleno en esos tan recurrentes campamentos de estío, inquietos por si ocurriera algún imprevisto que la pudiera ocasionar alguna molestia, e intranquilos ante la duda de si esa era la manera más equilibrada de resolver ese escollo que se nos plantea cada año por estas fechas.
     La duda te sigue, te acompaña durante tu descanso, pero lo hace etérea, como una pequeña herida que planea sobre los cielos murcianos. Lo hace sutil, pero constante.
      Y en medio nosotros nuevamente. Con el tiempo inverso al que antecedemos, con la temperatura contraria a la que precedemos. Esperando la segunda excursión canina que de por cerrado el ciclo estival. Lo hacemos bajo una sombrilla, debajo de un ventilador, sumergido en aguas menores, buscando la sombra, ungiendonos de cremas, lociones y demás artilugios protectores, hidratándonos con cerveza, granizado y fruta fresca. Entreteniéndonos con tertulias ya vividas, conversaciones repetidas y gracias previsibles.
     Lo hacemos aquí, bajo 35º, a pocos pasos de las playas de Lo pagán, esperando que suba la marea y baje la calor.