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domingo, 28 de julio de 2013

Muy, muy finito.


    Sí. Es el tonto de detrás el que debiera evitar esta situación. El que tendría que meter presión al de delante para que deje de pedir chorraditas, deje de pedir acciones absurdas, deje de exprimir el pábulo que el centro da a sus clientes, deje de exigir cosas inexplicables, deje de dar el coñazo con comodidades que tiempo atrás sonarían a imbécil perdido y que ahora son... de un cliente que sabe lo que quiere. 
    Que deje de perder tiempo y robárselo a los demás, que deje de copiar las peticiones ajenas, que deje de aparentar ser un sibarita y caer en continuas contradicciones: Obligar a que le sirvan con guantes de latex, pero luego no importarle que el empleado meta las uñas hasta el corvejón del salchichón para que le pele la pieza, le quite el "pellejito", no sea que su niño se atragante. 

     Sí. Estoy hasta los cojones de gente absurda. Gente que cree que sabe lo que quiere pero que no sabe lo que pide. Que lo hace por inercia, exigir por exigir, porque se lo hacen, porque no les ponen trabas, porque de esa manera está más amortizado cada mísero euro que dejarán en la caja.

     Sí. Continuas frases que se repiten cada día y siguen sonando patéticas. Que con ellas, hacen que el flujo, el ritmo y la fluidez que tendría que haber, desaparezcan. 
     Y todo eso es por culpa del retrasado de detrás, ése que ya no pone caras largas, ése que ya no echa miradas cómplices con el empleado de turno, ése que ya no hace gestos de desesperación y aspavientos onerosos como protesta ante la actitud nada dadivosa del tonto de delante.

     Y no lo hacen porque ellos esperan pacientemente su turno para pedir y exigir exactamente lo mismo que el otro, de igual manera, con la misma pasividad y la misma petulancia. Y que ese eterno momento de espera les sirve para coger ideas, imitar gestos, asumir y absorber experiencia de como pedir gilipolleces sin parecerlo.  

     Y están alerta. Expectantes a que salga su numero. Como si el de la bola final del bingo se tratase, algunos hasta hacen la gracia repetida hasta la saciedad, "Bingo", - me toca -dicen, el más original dice linea, creyendo que lo de bingo esta muy oído, y lo sabe porque se pasa horas y horas observando el comportamiento de sus congéneres. Y cuando por fin le ha llegado su turno se crece, se estira, incluso se ajusta la chaqueta, hace memoria, tira de reservas y comienza su diatriba de peticiones aprendidas para ese exclusivo momento: Me lo pones finito, por favor; antes incluso que el buenas tardes, el hola o el que tal, incluso antes de el qué o cuánto, lo primero es lo primero.- Muy finito por favor. Ya ya, finito, lo he oído. No, pero más finito, más, finito que se rompa.... ahí esta, ahí queríamos llegar, a la famosa palabra, la que da constancia y deja claro lo que queremos, la que rompe otra vez, y cada día más, mi ánimo a seguir atendiendo a un público asquerosamente imbécil.

     "Me quitas el plástico. Me lo separas con papeles. Me lo pones en dos paquetes. Me lo pones en dos cuentas. Me pones eso por un lado y ahora lo otro por otro..¿?. Me lo haces el lonchas gordas, como de un dedo, a ver, un dedo mio no suyo (risas). Me lo partes a la mitad. Me quitas la corteza. Me lo hace cuñitas (finas por favor). Me lo hace en tacos, es para picar ahora (aclaración innecesaria). ¿Me lo puedes picar?, es que yo en casa... Me quitas un poco el tocino. ¿Me lo puedes limpiar más?. ¿Me puedes empezar otro?. ¿Me va a tocar el culo? (si utd. me lo pide Sra.). ¿Me puede quitar el pellejito? y me lo hace lonchas. ¿Me lo puede envasar al vacío?, es para ir de viaje (¿?). Me lo pones estiradito. ¿Me lo puede poner en pila?, sí, así amontonado hacia arriba, no estirado. Si cojo una de fuera ¿me lo cortas aquí?. ¿Me puedes cortar un hueso?. ¿Me lo puedes hacer en trozos no muy grandes? (o sea, pequeños, ¿no?). ¿Me lo puede poner en bandejita?."

     Cada día. Cada cliente. Todos, absolutamente todos. No escuchan tu aclaración o consejo: Se le va a romper, se le va a secar, pierde toda la esencia, un jamón sin tocino.... Les da igual, ellos son EL CLIENTE y por lo tanto exigen. Tú con tus escusas lo único que quieres es no trabajar y ellos que son la polla de listos lo saben, por eso con ironía contestan: da igual que se rompa, lo quiero finito finito… es más quiero que se rompaaaaaa, lo quiero rotoooo, lo quiero destrozado como tu voluntad, como tu paciencia. No venimos por necesidad de comprar, eso lo hacemos en la tienda de barrio, venimos por alimentar nuestro ego, por satisfacer nuestros complejos de inferioridad, por dar un caprichito a nuestro maltrecho orgullo, éste que ha sido mermado por la injusta crisis que nosotros no nos merecíamos, y aquí, en estos metros de paraíso ficticio, damos rienda suelta a nuestras carencias altaneras. Un sitio donde todavía se nos permite aparentar lo que no somos y rememorar tiempos pasados, donde la clase media fuimos una vez tratados como Vip, porque... yo soy cliente vip, sabe Utd. Tengo la tarjeta especial, ésa que me da derechos sobre Utd. ésa que me permite, aún hoy, pisarle y tratarle como a un guiñapo, un mero servidor de mis peticiones, aun siendo estas, absurdas como yo.

     La paciencia se agota. Al final solo queda un dimimuto e invisible hilo que separa la cordialidad de la agresión, un hilito que se va poco a poco deshaciendo. 
    
    Un hilo finiiiiito, finiiito, tan finito que seguro...se rompa. 
       
        Como ellos quieren.