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domingo, 13 de diciembre de 2020

Yo, García



     Quien no lo quiera entender, que no lo entienda. Pero esta y alguna que otra visión de la vida que ya he comentado por aquí alguna vez, tipo: Pepe Mújica, J.L. Sanpedro, etc. son la única realidad de lo que debería ser nuestro paso por este mundo, pero que lamentablemente no lo es. ¿Los culpables...? Nosotros, solo nosotros.

     En todos los casos señalan la austeridad no como algo peyorativo, sino como gesto necesario para comprender y disfrutar del significado de la vida. Al fin y al cabo es, no solo coger la mano de Jesús, sino también, seguir su palabra. 

     Os dejo con esta entrevista a M. García, y luego, tal vez, se entienda por qué, a día de hoy, es el único artista que todavía me pone los pelos de punta. 

     Porque sus letras no son solo el alma de sus canciones, son escudos impregnados de metáforas contra la frivolidad con la que luchamos con la vida y la brutalidad con la que esta te responde; son un canto a la naturaleza, una mano tendida a la sencillez, lo humano, lo cercano, lo humilde... lo de todos.


       Entrevista

   ¿Cómo es ahora la vida de Manolo García?

Es una vida con constante curiosidad. Me autodenomino como un escéptico participativo. Me defino escéptico con muchas de las cosas pero luego intento poner mi grano de arena para que esto tire para adelante. Modestamente, como hormiguita que soy, intento dar lo mejor de mí y alegrar un poco la vida a los demás, a la vez que alegro la mía, con los cuadros, poemas y las canciones. La ilusión de mi día a día es seguir haciendo lo que me gusta. 

     ¿Todavía se levanta rockero o cada día más poeta?

Cada vez soy más rockero que poeta pero cada vez hago más libros de poesía. La música es un nutriente para la vida. Siempre me levanto para vivir, no me conformo con malvivir. Pienso las cosas prosaicas que tengo que hacer, ya sea ir a pagar una multa, al banco, lo que toque, y después empiezo a vivir y eso es leer un libro, hablar con un amigo o mirar las cotorras que se posan en los árboles de Barcelona.

     Se define como un lector voraz. ¿Con qué está ahora?

Con siete u ocho libros. Estoy disfrutando con 'Diario de viaje a Italia' de Montaigne y releyendo a Pío Baroja y a Pérez Galdós. Soy muy fan de Javier Marías y me gusta mucho el desparecido Roberto Bolaño porque la suya era una literatura que me toca mucho. 

     ¿Aprovechó el confinamiento para escribir y pintar o es de los que no tenía ganas de nada?

Yo trabajé más que nunca. Ante las vicisitudes me crezco y no lo digo para presumir de nada. He sufrido y sufro la angustia general, el tener conocidos que han fallecido, pero a mí estar en casa encerrado en una habitación, componiendo y pintando, me va de maravilla. Cuadros pequeños porque la habitación es pequeña.   

     Igual porque ya era un poco lo que hacía también antes.

Sí, es eso. Soy una persona austera, no soy fiestera. Me gusta la tranquilidad. Tengo un 'yo' extrovertido, el del escenario, el de hablar con la gente y después soy el tipo que se ha ido calmando con los años, alguien más reflexivo, que pinta y escribe poemas.  

    ¿Lo de la aversión a los ordenadores y los móviles es solo para los versos o es así también en la vida real?

No negaré que cualquier avance que sea bueno para la humanidad es positivo. La tecnología aplicada a la sanidad o al ocio puede ser maravillosa. Tengo una cámara de fotos digital y me gusta porque no tengo que estar revelando fotos. No soy tecnofóbico, soy prolibertad. Pero cualquier aparato que me enganche y me obligue a estar pendiente de él todo el día, me convierte en un esclavo y yo no quiero eso. La vida para mí es pasear por la calle, comentar con el camarero la muerte de Maradona y no es estar contando 'likes', mensajes o recibir chistes malos de desconocidos. No me interesa. Mi tiempo es oro incluso para no hacer nada. 

     Considera que hubiese sido otra persona si sus padres no hubieran dejado un pueblo de Albacete para venir a trabajar en Barcelona. ¿Qué es lo mejor y lo peor de esta ciudad?

Lo mejor fue el tejido social que había, la conciencia obrera, de gente solidaria. Barcelona era una ciudad industrial con un motor cultural magnífico. Ahora, es más bien un parque temático que no es de gusto de los barceloneses. No nos gusta como se han cargado el paisaje de las tiendas de toda la vida. A los ciudadanos nos da pena pero parece que a los que nos han gobernado los últimos 30 años les da igual.

     En una entrevista magnífica que le hizo Kiko Amat en 'Jot Down' comentó que lo de los Estados y los gobiernos no le interesaba nada. Pero tendrá opinión sobre cómo ha gestionado el Gobierno la pandemia.

Han hecho lo que han podido. Han dado palos de ciego, como todo el mundo, aunque también hay formas de coger el palo y creo que se han cometido muchos errores. Lo que me parece lamentable es que haya partidos que se aprovechen del desconcierto para intentar tumbar a los que están.

     ¿Todavía existe la izquierda y la derecha o son conceptos superados?

Están superados. Ya no hay obreros porque la robótica lo está sustituyendo todo. Actuamos como si los recursos naturales no fuesen finitos y con un primer mundo que piensa que el crecimiento puede ser ilimitado. Somos muchos, estamos hiperconectados pero con una desigualdad brutal. Mientras, los políticos se han convertido en estrellas de rock y el pueblo no necesita eso. Están embebidos en sus intereses partidistas y personales, copiando el modelo americano, con las luces, escenarios, los discursos a las masas...El pueblo necesita equidad y que no haya situaciones de abuso.

     Vive en Catalunya y otra vez se está debatiendo sobre el papel de la lengua castellana. Si está o no discriminada. ¿Usted qué cree?

En el Estado español hay cuatro lenguas, el galego, el euskera, el castellano y el catalán. Yo hablo catalán y castellano, un poco mejor el castellano porque es mi lengua materna. Pero hablo el catalán con todo el cariño a esta tierra que nos dio acogida a la gente que venimos aquí. Lo importante es que haya respeto y no haya garrotazos. Que cada uno se sienta como quiera.  

¿Qué le parece que ahora se dediquen tantas horas a debatir cómo deben ser estas Navidades?

Me parece una chorrada. 

¿Usted ya tiene decidido qué hará?

Yo haré lo mismo de cada año. Odio tomar las uvas y me da muy buena suerte. La noche de fin de año me tomo un batido de cacao y me acuesto pronto. El día 1, que además es mi santo, a las 9 de la mañana ya cojo la guitarra. Soy agnóstico, lo respeto todo pero a mí que me dejen en paz. No quiero beber champán el día 25 o el 31, quiero beberlo cuando me apetezca.  

Neus Tomàs

"No quiero ser tu cárcel, eso nunca

Preferiría estar ungido en carro de relámpagos

Prefiero ser el brocal del pozo o el fondo con su negrura

No quiero ser tu cárcel, eso nunca
Preferiría ser rueda de piedra en cuesta de arena
Prefiero ser espada roma en medio de la batalla
Ser la página rota, emborronada en lágrimas
Colilla, cenicero descascado, perro flaco, eso prefiero"

viernes, 4 de diciembre de 2020

Ha llegado

 


    Ya está la polémica servida de nuevo. El diccionario, otra vez, cobra protagonismo.

     Establecer la diferencia o el verdadero significado de Allegado, es la noticia. Y que conste que da igual la acepción de la RAE, lo que importa es cómo, a consta de la ambigüedad, podemos sortear a las autoridades públicas. 

     Realmente a mi también me importa tres narices, pero me viene a huevo para aporrear el teclado del ordenador. 

     Allegado es, más o menos, cualquier conocido o amigo con un vínculo medianamente estrecho con nosotros. Y "Ha llegado" es cuando una persona ocupa el lugar de destino que previamente había establecido para su partida. Por lo tanto estamos ante una consecución paralela de dos palabras iguales fonéticamente pero distintas de significado, que en este caso van unidas de la mano. Puesto que un allegado nuestro puede presentarse en casa estos días y comunicarnos que ya ha llegado.

     Puede ser que tu cuñado venga y claro, una vez allí, ya ha llegado sin ser allegado. O que un amigo allegado no acuda a casa porque sabe que tu cuñado ha llegado antes. O puede ser que pasándonos de listos, estas navidades, queramos ir a cualquier sitio fingiendo ser allegados de este o aquel, y que la policía nos detenga, descubra nuestro "magnífico" plan y nos proponga para sanción. Nos tocaría después rezar para que la multa no llegue o se pierda, fantasear con que el policía fuese un allegado de algún conocido y no cursara dicha sanción. 

     En cualquier caso, nos acordaríamos del cuñado que está en casa, si es que ha llegado ya, y de la cara de primo que se nos quedaría, de la reprimenda de la suegra por ser tan incautos y de los amigos allegados a quien les adelantaste, previamente, tú infalible plan para eludir las normas preventivas. 

     Y llegará el día de Nochebuena, y beberás, reirás, y casi seguro que se te olvidará el encuentro con la benemérita; y unos meses después cuando todo esto haya acabado; pandemia, navidad y demás; tu mujer te haga una llamada cargada totalmente de sarcasmo y te diga: "Cariño, ya ha llegado". Tú, inocente y relajado contestarás: "Quién, mi amigo de toda la vida".- "No", dirá ella. -"La multa de Navidad".

     Y de repente te acordarás de tu allegado de toda la vida, que ha llegado el mismo día que la multa que te puso un agente al que tu creías allegado de alguien y que definitivamente no lo era; de la posibilidad de la pérdida de la sanción, de la no resolución de la propuesta para la misma, de la cara de primo con la que llegaste ese día a casa cuando rezabas para que tu cuñado no llegase, de lo que darías, ahora, porque fuese él al que hubiese anunciado tu mujer y no la multa. 

     Tu fantasía esperanzadora resuena en tu cabeza: "Cariño, tu amigo es el que ha llegado". Aunque seguramente seas tan desgraciado que ahora fuese G. Civil, y entre los regalos que trajese, uno fuese la multa en forma de notificación navideña, y ahí cabría la posibilidad de que una paradoja lingüística se convirtiera en una aclaración en vivo de la definición de la RAE. 

     Bueno, amigos y allegados, el final del relato, del año y, espero que de la pandemia... ha llegado.