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viernes, 12 de febrero de 2021

Iglesia, refugio anticapitalista

 



     Al fondo se observan algunas velas, ya te digo yo que pocas; luces de baja intensidad que crean, en ese pequeño espacio lúgubre, un entorno lo suficientemente entrañable, lo justo para que las modestas imágenes se vean con claridad y tu alma, esa a la que has venido a dar paz, se encuentre cómoda, lo imprescindible para dejar atrás todos tus problemas y esas pequeñas preocupaciones que, en el día a día, te acechan machaconamente.

   La puerta está permanentemente abierta casi en la totalidad del día. Aunque no haya actividad, aunque no haya misa ni reuniones pastorales, aunque la liturgia haya acabado y la paz ya sea con vosotros.

   Y aun presentando un aspecto desangelado y su recinto este totalmente vacío se respira, como digo, un remanso de paz absoluta. 

   No hay seguridad ninguna. Ni vigilancia. Las puertas de par en par y aun así no se aprecia temor alguno. Todo lo contrario, es como... si fuese un entorno donde tu seguridad, física y espiritual, estuviera a salvo, fuera de todo peligro. Como si... algo mágico te protegiese. 

    Efectivamente, ese es el cometido principal, y vaya que lo cumple, o por lo menos yo lo veo así. 

    Pero... si cada vez estamos más desligados del mundo celestial y cada vez somos más incrédulos y contrarios al dogma eclesiástico, ¿por qué nos sentimos seguros, protegidos y olvidamos todos los problemas cotidianos dentro?

    Creo que, no la religión, sino la iglesia, ha sido capaz de crear, en sus recintos, un espacio social sin parangón. Ha conseguido formar, tal vez sin quererlo, aunque originariamente fuera así, la organización anticapitalista más estable del mundo. 

    Habrá quién diga que estoy loco, que es justamente todo lo contrario, y razones históricas y hechos deleznables de la misma avalan esa opinión.

    Pero mi hipótesis no está basada en hechos antiguos o históricos, sino en un lado más profundo y honesto, como sus verdaderos orígenes; y en otro más puramente superficial, esto es, la afluencia de gente a sus recintos con cualquier escusa o motivo aparentemente absurda o trivial. 

    Me explico: Pedro, por orden y deseo de Jesús, fundó la iglesia, la razón de esta no era otra que la de dar cobijo al pueblo para una vez dentro, reflexionar y tener contacto con dios.     

    Primigeniamente, la iglesia, era cualquier espacio o recinto modesto donde sus seguidores se reunían para recitar la palabra de Jesús. La razón era muy simple y justificada: lo hacían para huir de la opresión de la época, refugiarse de las injusticias que una sociedad jerarquizada sometía a las clases inferiores y populacho a lo más inmundo que se pueda recordar. Y era en ese espacio y durante ese breve tiempo donde la lectura y la compresión mutua aliviaba esa represión a la que eran sometidos.

    Allí, y antes, solo había población pobre: pastores, artesanos, labradores, hilanderas; gente que necesitaba creer y agarrarse a "algo" para dar sentido a una vida de por si suficientemente desagradecida.

   Ahora en la actualidad, y eso es lo asombroso, sigue imperando ese sentimiento de "sobreprotección", esa sensación de estar a salvo entre sus paredes, entre sus imágenes y tenues luces; a la espera de un discurso manido y sabido de memoria pero no por ello menos confortable. Y es ese conjunto de cosas y situaciones lo que a día de hoy no se explica. 

    La única explicación posible es la dada anteriormente, esto es: la fuga, la huida imperiosa del acecho y acoso de todos los problemas, directos e indirectos y colaterales, que los brazos invisibles del capitalismo nos subyugan de manera física, psíquica, social y, por supuesto, económica.

    Por eso cuando vemos las puertas abiertas del Templo de Paz nos adentramos a sabiendas que allí el demonio del capital no tiene cabida, pierde todo su sentido, como un espacio libre de impuestos y leyes prohibitivas, o un paraíso fiscal. La iglesia, en esos momentos, se comporta como la única salida al capitalismo, por lo tanto, sin quererlo, ocupa la opción comunista más arraigada del planeta. 

    Es allí y solo allí, donde nuestros problemas desaparecen, son absurdos desde el punto de vista espiritual. ¿Por que? Porque lo espiritual es lo antagónico de lo material y por lo tanto del Capital.

    En la iglesia nos sobra todo porque ese es su signo, su fin, aunque a veces olvidamos que para llegar a dios hay que ir liviano de equipaje, vacío de bienes; solo hay que ir lleno de fe, amor, comprensión y empatía ajena, dejando atrás todo, material o no que evite ese paso a tu otro yo espiritual. Vamos, todo lo pobre que se pueda, porque "allí" donde creemos ir... sobra todo.

    Como vemos todos esos conceptos descritos antes, son lo opuesto al Capitalismo, de ahí que crea que la iglesia, a día de hoy, no es solo el único refugio y solución para los problemas creados por este, sino que creo, también, que es la única opción o vía para acabar con el Capitalismo.

    Dicho de otra manera, el fin del mundo, desde ojos cristianos, se veía como un apocalipsis nublado en el que los jinetes de la muerte darían fin a todo lo existente, físico y espiritual, y solo en la iglesia estaríamos a salvo de este holocausto social, pues bien, lo que creo es que el final del mundo -sociedad- está próximo, que no será en forma de jinetes con rostros cadavéricos ni entornos de niebla terrorífica, el final será, con toda seguridad: la irremediable pérdida del factor humano y social, el sentido originario del ser, el vernos agarrados sistemáticamente e invariablemente a unos valores materiales infinitos a los que es totalmente imposible alimentar y dar sentido. 

    Es por ello que ese afán depredador del capital vaya aniquilándonos, primero a los más débiles y luego a los más fuertes, para al final, como en la fábula del escorpión, acabar muriendo él mismo por no quedar nadie a quien explotar. 

    Tal vez antes que Marx estuviera Jesús como icono del movimiento comunista, no lo sé, lo que si tengo claro es que las ideas de Jesús todavía están vigentes, no son desechadas por ningún aspecto del Capital y reúne, en todo el planeta, a millones de seguidores de todos los extractos sociales posibles, algo que ya hubiese querido Marx en el siglo XIX. 

    La iglesia a día de hoy, definitivamente, es el único vehículo para desbancar al Capitalismo, y lo es porque sus seguidores no lo saben. Es por ello que el poder neoliberal no ha puesto en ella sus garras, por lo menos en su forma más social. Los pasos se han de dar con sigilo y cautela, sin despertar al fantasma. En cuanto este descubra el plan oculto, sin saberlo, de la iglesia, no dudará en aplastarla de un solo golpe o giro comercial: privatizándola, creando franquicias, ofreciendo algo "más" a cambio de una escueta cuota, por la que sus acólitos y seguidores podrán pasar a ser Feligreses Premium o Católicos Prime, que con una simple App podrán descargar las mejores misas, los mejores versículos o las frases más destacadas del señor, de la misma manera que podrán acceder a los mejores palcos en Semana Santa o reservar asiento los domingos en la iglesia del barrio. 

    Cuando esto llegue, y llegará para desplazar de la misma a las clases pobres del Señor, será cuando la última posibilidad de dar fin al Capitalismo haya concluido. 

    Y será posible porque al entrar a la Iglesia dejaste la puerta abierta pensando que el demonio no podría penetrar.

    Otra vez más el ser humano menospreciando e infravalorando al mercado.