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domingo, 31 de enero de 2021

Deseo o Necesidad

 



     Como ya he comentado varias veces, el deseo sustituyó a la necesidad por una razón puramente práctica. Al no haber recursos económicos para sustentar o alimentar dicha necesidad, el deseo se abrió paso en esa alocada carrera de seguir fomentando el consumo,  si bien a corto o medio plazo no se garantizaba su cometido, a largo plazo parecía lograrlo. 

     De esta manera se reforzaba el ahorro para, en un plazo prudente, desprenderse de ese Capital y dar contenido a ese deseo agazapado durante tanto tiempo.

     Pues bien, este anexo neoliberal ha llegado también a la maternidad, no ya solo desde el punto de vista económico mercantilista: tú pagas, tú puedes adoptar o alquilar un vientre, o una gestación subrogada; eso ya lo habíamos vivido. El paso siguiente es más escatológico, cruel y abyecto. El de adoptar un bebé no por deseo maternal, sino por necesidad egocéntrica o deseo de sociabilizar nuestras… carencias que nos habían sido imposible cubrir mediante otros factores más comprensibles,  sin tener que poner en juego, y con frivolidad, la vida y futuro de una criatura.

     Hemos pasado de adoptar con toda la conciencia y responsabilidad que conlleva, a “comprar”, con toda la frialdad que el mercado nos permite, una vida que nos llene ese vacío que creíamos tener. De forma que cuando las expectativas creadas en torno al hecho no se cumplen,  la decepción es inmensa, y como si de una mercancía se tratase, porque así lo hemos gestionado, creemos tener el derecho a criticar el “producto”, cuestionarlo e incluso intentar devolverlo o deshacerte de él.

     Casos que recientemente han salido a la luz, casos mediáticos algunos de ellos, no dan si no más argumento a esta reflexión: madres y padres que creyeron tener otros derechos más allá de los meros por serlo, madres y padres que en el sentido de poseedores y por lo tanto de propietarios, pensaron que tenían otra jurisprudencia sobre esas almas a las cuales ellos les habían dado otra oportunidad y por ello tenían otras condiciones legales, condiciones más mercantiles que sociales. 

     Niños que reconocen sentirse, en el país de origen y nuevamente en el de destino, como productos desechados por el sistema. Niños asesinados por unos padres que, en el último momento, pensaron que lo de ser padres no iba con ellos, y como eran los propietarios del producto, ellos, y solamente ellos, decidían cómo y cuándo acabar su relación con la otra parte. 

     Madres, otras, que públicamente recuerdan a su hijo adoptado: que lo es y las consecuencias xenófobas que tendrían si no lo fueran, amenazando, de manera miserable, al hijo/a para que se comporte o cumpla todo aquello para lo que se le trajo, es decir, para dar la felicidad, llenar el vacío, completar el ego y cubrir las presiones sociales que la madre veía, tiempo atrás, incompletas. 


viernes, 15 de enero de 2021

La Familia

 



     (Al hilo de la entrada):

        Mininsántropo: Cimarrón (mininsantropo.blogspot.com

 

      

     ¿Por qué la familia te amansa y te neoteniza?             Porque te autocensuras ante ellos, te reprimes e incluso escondes opiniones, valores y sentimientos distintos. Porque te adaptas a lo establecido anteriormente y no te significas ante ellos. Por no molestar, por no alterar valores o modales de antaño.

     Tu comportamiento plano, hace que la relación entre ambos, familia e individuo, sea regular, sin sobresaltos… cómoda. 

     Esto es otra manera de sentirte neotenizado. La familia actúa como un eje transversal autoritario que vertebra todo el conjunto.  De manera que cada miembro sabe, en todo momento, quién, qué, cómo y cuándo decir algo o actuar. Respetando de manera tácita ese halo dictatorial que emana del ámbito estructural de la familia.  

     Así, cada vez que una parte amplia de la familia se junta, los componentes de ese grupo actúan como uno solo, cediendo y empatizando con la ideología del otro, con su posición ante cualquier circunstancia social e incluso poniéndose de su lado en las situaciones adversas que ahí se expusieran, que en otra ocasión no hubieran sido más que la causa para la discusión y la crítica. 

     Resumiendo: cuando la familia se reúne, no solo se reúne físicamente, sino que lo hace, forzosamente, para no alterar ese clima amable, de manera emocional, espiritual y en consecuencia... ideológicamente. 

     Es solo así y por esta causa, que los miembros de la familia y por efecto el sentido de la misma, no alteren su significado y sigan manteniendo esa unión necesaria para conseguir lo que en un principio, antropológicamente hablando, se descubrió que valía: para la absoluta domesticación, amansamiento y por consiguiente para la total reintegración de miembros disidentes, hostiles o, lo más importante, de pensamiento alternativo y adverso al conjunto no solo de la familia si no de la sociedad.

miércoles, 6 de enero de 2021

Y ya no estaban

 



        Y ahora que no estaban, les extrañaba. 
     Y vacías nuestras almas, buscaban el calor,
el peso que les faltaba.

     Ahora que nos falta: el roce, el cariño y la esperanza;  nos sobra lo físico,  lo material; hasta el tiempo, que nos persigue y nos alcanza.

     Y no estaban ellos, ni nos encontrábamos nosotros. Perdidos durante un tiempo, compartiendo el aplauso con otros.

     Luego llego el sonido del odio, los gritos de rencor; se esfumó con ellos la empatía, la concordia, el respeto y el amor.

     Y seguíamos solos, sin nadie alrededor,  escondiendo tras una máscara la sonrisa, viviendo ya sin prisa; deseando que esto fuera un sueño y no una peli de terror.

     Y ahora que no estaban, les extrañaba.

     Y recordé que, meses atrás, cuando el virus nos golpeaba… de mis padres ni me acordaba.