buscar este blog

sábado, 10 de octubre de 2020

El último contra el penúltimo


      No llevan cosida una insignia en el pecho como los judíos, la llevan en un papel avalado por la Comunidad de Madrid.  En él,  explícitamente, dice: Que fulanito de tal debe permanecer encerado en el nuevo gueto por su condición de PROLETARIO.

     Han decidido que, este paso, es el resultado de seis meses de análisis, estudios y una meticulosa prueba avalada por no sé que expertos de no sé dónde.  Y como hace tres meses, solo podemos trabajar, trabajar y medio comer, esto último como toda la vida.

     No nos queríamos morir. Les pedimos ayuda, y han dictaminado,  por unanimidad, que somos culpables. Esto, como dice la niña viral (al fin y al cabo es una niña) es mejor que morirse. Un slogan que quieren que absorbas, que veas en la nobleza de una niña la auténtica verdad,  porque solo los niños y los borrachos la dicen. Es una manifestación infantil, sí, pero es así como nos tratan,  de manera infantil.  Lo saben, lo han hecho anteriormente y saben que cederemos.

     Los mimbres ya están trazados: El problema,  los perjudicados, los daños colaterales, la solución, el mal menor y… el mal mayor. Es el momento de coserlos, es el momento del estado de Shock. Tenemos el slogan, la voz de los expertos y la presión mediática recordándote todo el día que cojas lo que te ofrecen, como si fuese un concurso,  no sea que por avaricia perdieras todo. Es decir, coge el ERTE, o el no salir, o el no relacionarte,  o el no disfrutar del ocio, o el solo trabajar, o el ir a gastar dónde ellos dicen que SÍ puedes; porque si arriesgas tal vez no hagas nada NUNCA más. Ante esa premisa y ese temor, claro, prefieres lo primero, y es ahí donde has dado tu consentimiento de manera no escrita.

      La clave está en hacernos creer que nosotros somos los culpables, los únicos que podemos remediarlo y  que ellos son meros gestores.  De nuevo la lucha de los pobres,  del último contra el penúltimo.  Solo con el señalamiento de quien es el culpable: antes los viejos, ahora los jóvenes, los migrantes; antes manifestaciones y reuniones públicas,  ahora grupos familiares y de amistad. Hacen que el problema migre de la administración al pueblo, y de esa manera aparentar una total irresponsabilidad que les beneficia. 

     Han olvidado e ignorado que son nuestros empleados, que les contratamos para que nos resuelvan problemas y que por eso cobran; insisto, no solo olvidan eso sino que encima nos dicen que ese es un problema nuevo para el que ellos no tienen solución,  que la única salida que ven es que nos confinemos, que nos encerramos, que no molestemos, vaya. Para asegurarse de ello, aun siendo nosotros los clientes y haciéndonos arreglar el problema por el que pagamos anteriormente para que se resolviera,  nos multan si no lo hacemos y encima gastan parte del fondo estatal en sacar a las Fuerzas del Estado para controlar que hacemos lo correcto y que acatamos las órdenes de manera sumisa.

     Imaginemos por un momento que tenemos un servicio de Mto. de, no se, informática y conexiones web. Un día nos ocurre un problema,  un percance para el que el servicio en cuestión estaba contratado y cubría, les llamamos y nos dicen que ese “fallo" es nuevo y que por lo tanto no nos cubre. Acostumbrados a que esto nos lo digan las Cias. de seguros no nos extrañaría demasiado.  Les diríamos que qué podemos hacer,  que asumimos el sobrecoste, si lo hubiese,  pero que por favor nos solucionen el problema. La empresa de Mto. Informático nos dice que no es cuestión de dinero,  que también,  sino que es un virus nuevo y que no tienen ni idea, por ahora, como atajarlo.  La única solución que hay, entienden, es que de momento no utilicemos Internet salvo por “extrema necesidad y causa mayor" (¿os suena?). Para ello, eso sí,  ponen un servicio de control que permite detectar quién está haciendo un uso indebido y quién no. Esto a nosotros no nos soluciona nada, pero a ellos les da una tregua para que este virus no vaya a más y por lo tanto su negligencia, falta de recursos y desconocimiento, y por lo tanto su ineptitud,  no quede al descubierto.  Para asegurarse esto,  mediante medios afines de comunicación,  hacen que llegue al resto de usuarios  una serie de datos e información sobre quién está haciendo bien las cosas y quién no, según ellos, claro. Teniendo en cuenta que son los expertos y por lo tanto los únicos que poseen cierto conocimiento del desastre, la parte de la población que no tiene este problema informático,  automáticamente, les creerá y echará la culpa a esa otra parte que sí lo tiene pero que se niega a, una vez que ha pagado por el servicio,  renunciar a su derecho y no solo no poder disponer del servicio contratado,  sino además tener que asumir que son los responsables y que deben perderlo todo para, tal vez, así, solucionar el embrollo.

     Esta artimaña pone al ciudadano a los pies de los caballos.  Pasa de ser el protegido al acusado. Vamos, como si vas al medico por que te duele algo y este, como desconoce la solución, te lleva preso por si tu dolencia pudiera perjudicar a otros.

     Dejando ya los ejemplos y metáforas,  y volviendo a la cuestión principal, diremos que,  efectivamente, nos están engañando, nos están manipulando y para que no seamos conscientes nos están proponiendo otro problema mayor: el ser culpables de este desastre y por lo tanto la posibilidad de ser castigados si continua.

     Es la vuelta de tuerca de la Doctrina del Shock, ésta,  anteriormente, te manipulaba con una hipotética y acuciante amenaza ofreciéndote algo a cambio mientras tú cedías parte de tus derechos, ahora en cambio no pide tus derechos, te los roba y te convierte en delincuente si no cedes o te revelas.

     Estamos asistiendo, de manera pasiva e indiferente,  a la mayor manipulación, abuso y sometimiento de estado que se conozca en tiempos de democracia. Estamos construyendo unos mimbres en contra de los derechos más básicos del hombre,  que hará falta mucho tiempo,  ganas y lucha en la calle para volver a recuperarlos.

     … y tal vez cuando llegue esa lucha aparezca otra ola, la tercera,  y luego otra y otra y otra… Hasta que definitivamente estemos, democráticamente hablando, con el agua al cuello. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario