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jueves, 19 de marzo de 2020

PACIENCIA 0




     No sé si son las pastillas, el estrés, la ansiedad o la incertidumbre; el caso es que he tenido un sueño jodido: "Me acercaba a la puerta de la terraza, pensaba que llovía, y no, no era agua. Salgo a constatar la causa de tal ruido y observo que la gente se había vuelto loca, gritando, aplaudiendo, dando golpes a todo tipo de utensilios de cocina. Desde uno de los áticos, un vecino me interpela - ¡oye! - Me dice, - ¿tú eres monárquico o republicano? -¿yo?- le contesto anonadado por lo esperpéntico de la situación. - Yo... solo soy charcutero, creo.- digo sin quitar la vista de los edificios de enfrente. 
- ¡venga! pues a aplaudir".

     Una pesadilla, sí, seguro, una puta pesadilla.
     Total, que mi perro decide sacarme a pasear, por lo que se ve, entendía, era la hora del paseo. A mi no me apetecía lo más mínimo salir, no tenía ganas ni de mear ni de cagar, y mucho menos en público. El caso es que mi perro, sin consultármelo previamente, me pone el collar, coge un paquete de bolsas y con un silbido cariñoso y enérgico me ordena salir.
     Ya en la calle nos cruzamos con otro perro que sacaba a hacer a su dueño sus necesidades, el perro, un labrador de unos 6 años, mira desafiante al mío y dice: -¿Oye, contagia?- le espeta de forma violenta. -No, es muy bueno- Replica el mío. -Ya, pero ese dueño tiene que llevar mascarilla, ¿vale? y con una correa de mínimo un metro de seguridad.
     Al final mi mascota tira de mí hacia la acera de enfrente y yo le sigo relatando, enfadado y gruñendo, casi ladrando. Un bozal, lo que me tenían que poner es un bozal.

     -¿Sabe por qué le multo?- Pregunta un policía a un transeúnte que pasaba por allí. - Por circular libremente, sin causa justificada, por la vía pública.- Le informa de carrerilla con una consigna que ha memorizado previamente. 
     ¿Se pueden vulnerar más derechos humanos avalados internacionalmente en tan solo una frase? Parece ser que sí, que hay manga ancha, que el estado de emergencia lo permite y que cuando una crisis global entra por la puerta los derechos humanos saltan por la ventana.
     -Señora, es por su bien y el de los demás- Le aclara, ahora más condescendiente, el policía. - Están muriendo muchas personas, seres humanos que Utd. y su actitud ponen en riesgo.
     ¿Merece la pena vivir sin derechos? ¿Se nos podría considerar, aun así, "Seres Humanos" careciendo de los mismos? ¿O simplemente seriamos autómatas al dictado de un... "ente" que todo lo ve, todo lo sabe y por tanto ordena y manda? 
     ¿Es esta la distopía que imaginaba Orwell o Asimov?
     Parece ser que sí, o estamos cerca. 
     En el Corte Inglés se anuncian por megafonía proclamas y advertencias que podría parecer que esto es así: "Por favor, respeten la distancia de seguridad", "Por favor, no crucen al área restringida", "Por favor, por motivos de seguridad, y conforme a las medidas que las autoridades sanitarias aconsejan, les pedimos que cubran sus manos y rostro para evitar cualquier tipo de contagio". 
     Sí, parece que el futuro más desalentador ya está aquí. Recuerda a films futuristas de serie B como: Fortaleza Infernal o Juez Dredd. 

     Estamos ante una catástrofe, pero no el del Corona, no, sino el desastre Climático. Parece ser que ahora, en esta "pausa" de confinamiento temporal que el capitalismo ha hecho de manera forzosa, la tierra se despereza y comienza a respirar: El ozono se recupera, los mares parecen reflotar especies que parecían desaparecidas, delfines saltando en las costas, pájaros anidando en urbes, corales quitándose esa capa de mugre y plástico de encima; un kit kat que el planeta tiene que aprovechar para, de manera acelerada, recuperar ese tiempo perdido. 
     Se respira aire de nuevo, aire fresco, limpio. La naturaleza se ha rebelado y ha activado sus defensas a modo de hongo invisible, indetectable, incluso... imaginario. 
     En el Apocalipsis, como decía el Coronel Bill Kilgore, la victoria olía a Napalm. 
     En el Holocausto, Rudolf Höss, decía que la victoria olía a Zyklon B. 
     Ahora, en este cataclismo, la victoria parece oler a lejía y a alcohol, y como dice la canción protesta feminista de América Latina...
                  
                       ¡¡El Virus eres tú!!





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