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domingo, 15 de julio de 2012

Campo, campo.

     Primer día de total libertad de horarios en Madrid, el Madrid de la "esperanza".
    Gente aglutinada en metros de hormigón con la única finalidad de consumir algo barato, algo que se oferte. Con ese pobre espíritu, su aburrida vida se consume con ellos sin saberlo, a la espera de otras alternativas. A la espera en la cola de una caja de supermercado, a la espera de un turno en una charcutería de hipermercado mientras decidimos cómo vamos a querer el jamón cocido, si finito o muy finito que se rompa. Entre tanto, nos deleitamos viendo cómo nuestros pequeños revolotean con total impunidad por los stands y pasillos del centro comercial que se abre para nosotros, que lo hace para satisfacer nuestras necesidades, con un horario que hace las delicias de todos los que su única y exclusiva prioridad el día festivo de la semana es invadir esas zonas de ocio consumista, mientras sus pieles se "tuestan" bajo el aire mecánico, el aire artificial que los motores del centro expulsan indiscriminadamente. Una brisa tan falsa, desagradable y manipulada como sus ilusiones, sus perspectivas, sus inquietudes, sus objetivos, sus planes, sus anhelados fines de semana...... sus ajadas almas, sus tristes vidas. 
     Vidas en rebajas, en oferta, en saldo perpetuo; en continua búsqueda de un mísero descuento que dé sentido y felicidad a su espíritu truncado. 









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