Si tu conciencia
no se representa por valores intelectuales, ideológicos y sociales, sino por
apariencia e imagen, y ésta solo se construye a través del dinero, la lógica
capitalista al final se impone y dicta tu condición de clase (conciencia).
Ésta, y no otra, es la razón de la pérdida de conciencia de clase a la que
estamos asistiendo en esta era. Tu teórica conciencia queda mercantilizada. Y
desde ahí es imposible recuperarla, porque al sustentarse sobre un valor
económico, solo el mercado es capaz de cambiarla, y obviamente… no le
interesa. Quiere que sigas pagando por
mantener esa… nueva clase adquirida. De ahí la proliferación de grupos
proletarios que, aún subyugados por el sistema, vitorean, aplauden y enaltecen
al mismo, porque entienden que es
gracias a ese sistema el que ellos puedan ocupar una plaza en esta nueva clase
social. Y razón (desde su punto de
vista) no les falta, porque es gracias a él,
y a su falsa perspectiva de lo que realmente es la Conciencia de Clase,
que tienen la posibilidad, virtual e irreal, de, por lo menos, ante los ojos de
los demás, aparentar ser parte de una
clase social que ni les pertenece ni pertenecen. Y todo por un modesto coste. Solo monetario.
Por eso ante la
pregunta de: ¿Por qué las víctimas votan a sus verdugos? Y ante la desesperante
e incierta respuesta de: por falta de conciencia de clase; era necesario
indagar a qué y por qué se debía esa falta o pérdida de conciencia.
Se lleva echando
la izquierda la culpa a sus espaldas,
ignorando que si su mayor enemigo, históricamente hablando, ha sido el capitalismo, por qué no ha mirado
hacia él sabiendo que si era el culpable de todos los “males" pudiera ser
que este también lo fuese de esa inanición de la condición humana en recuperar
la tan absoluta y necesaria conciencia para la posterior lucha de clases.
Solo desde ese
punto de vista se puede llegar a entender. Solo desde la absurda e ilógica consigna capitalista se puede comprender
cómo un individuo es anulado ideológicamente, emocionalmente e
intelectualmente, para ser convertido en
un mero escaparate. Un spot
publicitario, un breve slogan que
comprime todas las carencias sociales y las suprime en otros valores consumistas
y de apariencia. Y lo admirable,
irónicamente hablando, desde ese ángulo
de visión, es la conformidad y la
autoafirmación de la persona en esa “nueva" forma de vida, carente
totalmente de cualquier principio,
argumento o sentido lógico de vida natural y social.
Es en esa
corriente arrolladora, de la que todos somos algo culpables, porque todos, alguna vez hemos empujado en
esa dirección; donde el ser se siente
más cómodo, porque ahí encuentra ese
sentido de vida que una vez perdió por culpa del propio sistema, y que ahora le ha hecho encontrarse así
mismo, anulando anteriormente cualquier otra forma o planteamiento existencial,
ya sea religioso, social o familiar. Todo, absolutamente todo, ha sido abolido
por el capitalismo, hasta hacer de ti un
mero productor/consumidor, incapaz de, en este ciclón social de
apariencia, envidia y complejo, parar un
momento y recapacitar si: es necesario tanto,
si es justo el coste, si compensa el tiempo perdido, si compensa la nulidad humana a la que nos sometemos
y… si es razonable medir el tiempo en dinero… y viceversa.
No es que el
sistema (capitalismo) en si mismo, como un ente etéreo, te manipule porque sí,
no, es el sistema el que en forma
de alfombra roja, te ofrece esa amplia variedad de posibilidades para
“cambiar" tus maltrechos valores.
Solo es necesario tener dinero.
Para ello solo es necesario trabajar. – El truco? Cada vez obtienes
menos dinero por tu trabajo-. Esto hace que la lógica emocional del capitalismo
haya cambiado. Antes te creaba una
necesidad que no existía, y al ser alcanzable y al desaparecer esos valores a
los que hacíamos referencia antes, no te podías resistir, buscando en el
consumo esa “existencia” que diera sentido a tu Vida. Ahora el capital ha dado un giro de
tuerca, y es que como los salarios son
tan cortos para poder seguir alimentando esa burbuja de consumo, ya no es
válido crear la necesidad, porque,
aunque cada vez más despojado de su intelectualidad, el ser humano es poseedor del sistema cognitivo, y éste le
dice que esa necesidad ya no es posible, y es ahí donde el capital da el giro y
crea en ti el “deseo", es decir, a corto plazo sé que no voy a llegar,
pero con tesón, esfuerzo e ilusión puedo
acceder a eso que me ofrecen y a lo que yo tengo derecho a poseer. Es decir, no
solo continúa la compra compulsiva e inútil, sino que encima lo hace de manera
prolongada en el tiempo sin objetivos claros a corto plazo. Porque esa es otra
de las máximas capitalistas, todo se puede convertir en un derecho siempre y
cuando lo puedas comprar. Para ello solo es necesario que alguien, antes, le
ponga precio y te lo ofrezca como algo justo y necesario para tu condición de
individuo social.
Quién querría
estar en el lado de los perdedores, de los desfavorecidos, de los excluidos, si con tan solo una pequeña
dosis de capital, indiferencia e ignominia pueden pasar al otro bando.
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